La verdad es que no se debería escribir nada sobre el disparate de los 500 años de poder del MAS que anuncia S.E., porque es algo metafórico, una alegoría cualquiera, un deseo desmedido de permanencia en el mando y de prolongar su vida en la tierra, que aparece, invariablemente, en los espíritus que se sienten tocados por la gloria. Las airadas protestas de los políticos y de cierta prensa en contra de las declaraciones de S.E. tienen sentido sólo por una razón que no es menor, y es que subyace arraigado en el alma del caudillo cocalero un propósito de eternización que hace dudar de su espíritu democrático, de respeto al cambio a través del sufragio. Al mencionar los 500 años en el poder, S.E. está cerrando los ojos y se está sumergiendo en una fantasía placentera e insana. Es un disfrute para él.
Sólo expondremos un ejemplo muy simple y poco original: Bolivia no es Alemania ni mucho menos; el Estado Plurinacional de Bolivia no es el III Reich alemán; S.E. no es Adolfo Hitler, ni por cultura y menos mal que tampoco por violencia. Pero lo que pasa es que Hitler se creía un iluminado -y lo fue para los alemanes- y S.E. también se cree un iluminado y lo es para los cocaleros del Chapare y algunos más que todavía esperan el anunciado cambio que les mejore la vida.
¿Y qué sucedió con Hitler y el III Reich? Pues que el iluminado Führer anunció el Reich de los Mil Años. Y S.E., iluminado también, anuncia la Plurinación de los 500 años. El Reich de los Mil Años, con su inmenso poder mundial, duró 12 años (1933-1945); el Estado Plurinacional, sin llegar a ser una potencia mundial todavía, pese a las declaraciones del Ministro de Hacienda de que estamos a la altura de los europeos, ya lleva más de seis años en el poder (2006-2012). Calculando con papel y lápiz, si el III Reich que iba a durar mil años sólo vivió 12, el Estado Plurinacional que pretende existir durante 500 ya ha vivido seis, lo que significa, si nos ajustamos a la aritmética más básica, que su plazo de gobierno se ha cumplido con creces. Es decir que el estado Plurinacional está viviendo una yapa.
Claro, comprendemos que la política no es una cuestión matemática, de sumas y restas, pero si S.E. quiere jugar a la futurología o a la nigromancia invocando a los espíritus andinos y pachamámicos, algo habrá que decir. Sigfrido, los guerreros germanos y las walkirias, no pudieron reinar como hubieran querido los alemanes, aunque quedaron inmortalizadas sus leyendas y su música maravillosa. Corresponde ahora a S.E., a Surco, Choquehuanca, Cocarico, Pari, Patana y las Bartolinas, hacer historia de verdad y si no perduran los 500 años prometidos y anhelados, dejar algo culturalmente maravilloso como patrimonio para la Humanidad y no hacernos sufridos herederos de una cultura que nos lleva a la negación de los valores que es por donde marchamos. Que no sea el racismo radical lo único que nos asemeje con algunos germanos de la primera mitad del siglo pasado, como se está haciendo notar.
Ha sido tan sincero S.E. que el miércoles pasado en Mojocoya dijo que, efectivamente, han llegado los cocaleros y movimientos sociales a quedarse definitivamente, no sólo 500 años; pero, repetimos la sinceridad de S.E. fue reveladora cuando reconoció que “yo no me voy a quedar en el Palacio de Gobierno por 500 años”. ¿Quiso conmover a quienes lo aclamaban o reírse de ellos? Menos mal que tuvo la delicadeza de decir a sus bases que no era inmortal y de que algún otro de los que están con el proceso de cambio tendría que tomar el relevo alguna vez. En todo caso, está en la mente de S.E. que antes de 20 o 30 años no se marchará del Palacio Quemado, lo que es una gran ingenuidad, porque eso es no conocer al pueblo boliviano.
En suma, a este asunto de los 500 años no se le debe dar más importancia que la que tiene, es decir, ninguna fuera de un deschavetado anhelo de S.E. de perdurar en el poder. Esto no es nuevo porque ha sucedido con la mayoría de los dignatarios bolivianos, muy demócratas a la hora de buscar la elección pero absolutamente aferrados a su cargo en el momento en que deben dejarlo. Eso da la medida de la comprensión que tienen de la democracia y del derecho mandatarios ilustrados en universidades, otros formados en los cuarteles, y otros, como S.E., que se precian de no haber pisado nunca una casa superior de estudios.
Con la sinceridad que le caracteriza, que a veces ofende, S.E. ha dicho por allá por Mojocoya (donde cree que nadie lo escucha) que su padre lo hizo pasar de un curso a otro superior regalando un cordero a la escuelita donde estudiaba. En ese medio de pobreza y lejanía fue donde se crió el que después sería fundador del Estado Plurinacional y que ahora provoca polémica -riéndose para sus adentros- cuando anuncia cinco siglos más encumbrado en el poder. Creemos que todo hay que tomarlo como viene y de donde viene, es decir sin darle más importancia que la que merece un soberano disparate.
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