Aldo Rocabado Moscoso
Ayer conmemoramos el Bicentenario de la gloriosa batalla de “La Coronilla”, librada por la mujer cochabambina el 27 de mayo de 1812, en las alturas del cerro de San Sebastián en la ciudad de Cochabamba, en contra del agresor español. Nuestro homenaje de admiración y gloria al gesto heroico más sublime en la sangrienta Guerra de los 15 años por la independencia nacional.
Luego de los primeros levantamientos libertarios en el Alto Perú, el 25 de mayo en Chuquisaca y especialmente el 16 de Julio de 1809 en La Paz, la tea de la libertad encendida por Murillo prendió fuego en los principales centros urbanos de Sudamérica. También como consecuencia de la Revolución independentista del 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires y dado que la Audiencia de Charcas, más conocida entonces como el Alto Perú, y que administrativamente dependía del Virreinato del Río de la Plata, hubo en 1810 levantamientos en Cochabamba el 14 de septiembre, al mando de Esteban Arze, Melchor Guzmán y Rivero; en Oruro, el 6 de octubre liderados por Tomás Barrón y en Potosí el 10 de noviembre, formándose cabildos del pueblo, deponiendo a las autoridades españolas y declarando su independencia.
En junio de 1811, tras la derrota del primer Ejército auxiliar argentino en la Batalla de Guaqui a manos de los realistas peruanos comandados por el arequipeño José Manuel Goyeneche, “norteños” que supuestamente arribaron para ayudar a la libertad de las “tierras altas” en su regreso y escape impusieron duras y abusivas contribuciones económicas a los pobladores de los pueblos por donde pasaban, saqueando sobre todo las riquezas de la Casa de la Moneda de Potosí, para llevar este “presente” a Buenos Aires.
Goyeneche, antes de proseguir la persecución de los vencidos, se dirigió nuevamente a Cochabamba para escarmentar a los sublevados del valle que aún seguían libres. En las afueras de la “llajta”, los valerosos cochabambinos al mando de Esteban Arze el 24 de mayo de 1812 dieron batalla en el “kehuiñal”, siendo derrotados. Los vencedores se dispusieron a entrar en la ciudad para saquearla, asesinar o apresar a los sublevados que quedaban, pero en el poblado ya no habían hombres hábiles ni armas para su defensa.
Es entonces que las esforzadas y valientes mujeres del pueblo, la “chola” cochabambina, lideradas por Manuela Gandarillas al grito de: “si ya no quedan hombres para la lucha, aquí estamos las mujeres”, organizaron la resistencia junto a sus pequeños hijos y algunos ancianos, armados con escasas armas de fuego, con lanzas y cuchillos y sobre todo con “macanas” (palos de madera dura), en las alturas de la Colina de San Sebastián, en la parte más pobre de la ciudad. Luego de una hora de combate desigual, se produjo una sangrienta matanza, sucumbiendo el 80 por ciento de los defensores.
En los posteriores años de la “Guerra de guerrillas”, los ejércitos patriotas al pasar lista a sus combatientes, acostumbraban preguntar: ¿Están presentes las mujeres de Cochabamba?... el Jefe de Guardia respondía: “todas han muerto por la Patria en el campo del honor”.
Para conmemorar este acontecimiento de heroicidad y para su eterno recuerdo, durante el gobierno del presidente Hernando Siles Reyes se dictó la Ley de 8 de noviembre de 1927, estableciéndose oficialmente el 27 de mayo como Día de la Madre en Bolivia.
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