La agenda productiva de los productores agropecuarios del oriente del país, prioriza la seguridad jurídica para la tierra, regularización de los desmontes no autorizados, desarrollo de alimentos estratégicos, ampliación del plazo de verificación Función Económica Social (FES) a cinco años, acceso a mercados externos, políticas de prohibición y regulación de exportación de alimentos y el uso de semillas genéticamente mejoradas.
Si bien existen avances importantes desde el Estado para regularizar los desmontes no autorizados y la ampliación del plazo de verificación de la FES, la agenda productiva guarda relación especial con la preocupación sobre seguridad jurídica para las tierras productivas.
“la promulgación de la Ley de la Madre Tierra, genera incertidumbre porque puede frenar el crecimiento del sector oleaginoso y repercutir en la producción de otros alimentos estratégicos como el trigo, maíz, sorgo y arroz, que son los cultivos de rotación con soya”, explicó Jaime Hernández Zamora, Gerente de Planificación de Anapo, durante su disertación en el foro nacional.
Hernández reveló además que casi el 100% de los cultivos de la soya en Bolivia son transgénicos.
Respecto al acceso a los mercados externos con los excedentes producidos, reiteró “la necesidad de liberar las exportaciones de productos agrícolas, porque el no hacerlo desincentiva su producción, pone en riesgo el acopio seguro de la producción y genera perjuicios a los productores, principalmente a los pequeños, que no cuentan con infraestructura propia para guardar su producción”.
También destacó la necesidad del sector de hacer uso de la biotecnología por su importancia para la productividad y competitividad, más aún si países como Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay tienen total apertura a esta tecnología con niveles de adopción superiores al 90 por ciento con la soya y también el maíz y algodón.
CAPACIDAD INSTALADA
La industrialización de la soya en Santa Cruz ha permitido que el 90% de las exportaciones de oleaginosas sean aceites crudos y refinados, harinas, tortas, entre otros. La industria de la soya tiene una capacidad de molienda de 10.000 toneladas/día, existiendo en Bolivia 9 plantas industriales, siendo la tendencia de la exportación hacia niveles mayores de valor agregado, destacó Hernán Zeballos Hurtado, expositor principal en el Foro, quien sin embargo dijo que en Bolivia se destina pocos recursos a la investigación pura y aplicada que favorezca al desarrollo del sector. Destacó como positiva “la introducción de semillas transgénicas, uno de los mayores avances con iniciativa privada”.
Zeballos, Doctor en Economía Agrícola, dijo que en el 2011 cerca de 30 países utilizaron semillas genéticamente modificadas, principalmente en América Latina, catapultando a Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay a ubicarse entre los principales productores y proveedores de alimentos del mundo.
“Esta herramienta tecnológica es accesible a pequeños, medianos y grandes productores, y aglutina diversas técnicas como la micro-propagación y la clonación de plantas, con el beneficio en la disminución de los costos de producción, el aumento del rendimiento agrícola, y la mejora en la calidad de los alimentos que tienen que ver con las semillas genéticamente modificadas” aseveró el experto.
MERCADOS DE LA SOYA
En 2011, las exportaciones se destinaron en un 90% a Venezuela (259 millones de dólares) y los mercados andinos como Colombia (196 millones), seguido de Perú (115), Ecuador (63) y Chile (37). En el mundo hay una gran demanda de oleaginosas principalmente por el aumento del consumo en China. Bolivia, pese a estar dentro de los 8 mayores productores de soya del mundo, sus exportaciones representan apenas un 0,9%.
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