¿Cuál será el futuro del chavismo?

Las últimas noticias sobre la salud del presidente Hugo Chávez Frías no son una sorpresa para muchos, pese a que se ha estado manteniendo en reserva el cáncer que tiene sumido en la incertidumbre al propio pueblo venezolano. Pero por entendidos en la ciencia médica se conoce que estaría calificado como metástasis, que supone una suerte de enfermedad muy seria, que podría causar la inhabilitación o muerte, a no ser que suceda un milagro que venga de Dios protector, por ser el que tiene el poder y la gloria sobre toda la humanidad, de modo que pueda reasumir su cargo el próximo 10 de enero, pero con la consiguiente falta de lucidez y fuerzas físicas para enfrentar semejante responsabilidad.

De ser cierta aquella hipótesis de la metástasis, que por lo demás surge de la propia declaración del presidente Chávez, que en la víspera se anticipó en designar a su posible sucesor, el país del caribe podría sumirse en una encrucijada en el futuro, puesto que el actual canciller Nicolás Maduro no posee el carisma de su Presidente, menos se ha mostrado como un caudillo o un líder de masas, pese a que su origen está en el sindicalismo del transporte.

Lo cierto es que el “chavismo” se constituyó desde hace 14 años en un nuevo pensamiento político en la región, con mensajes bolivarianos pretendiendo emular a Simón Bolívar, organizando para ello previamente el ALBA, luego UNASUR y finalmente deseando modificar el status del MERCOSUR, para lo que el gobierno de Evo Morales ha dado su asentimiento para lograr el ingreso de nuestro país a dicho instrumento de integración, cuya naturaleza es de orden comercial, donde se observa la presencia de dos Estados desarrollados que se comerán a los Estados subdesarrollados.

La oposición venezolana a través de su representante único, el académico Henrique Capriles, mostrando una imagen de ética y honestidad, ha pedido que “su” Presidente pueda tener una mejoría en su salud, y para ello ha elevado sus oraciones.

De la misma manera, muchas personalidades del mundo político, pese a que no comulgan con la línea ideológica del chavismo, han deseado lo mejor para el presidente Chávez, pidiendo que pueda sortear aquella enfermedad y restituirse a sus funciones. Esta es también otra muestra de la solidaridad como principio rector del humanismo, que debe ser práctica diaria en la clase política.

Es que en los momentos más críticos del hombre, se debe desterrar el odio y la maledicencia, tal como se está demostrando al presente.

Decimos que el señor Nicolás Maduro no tiene la estatura ni la capacidad de conducción política de Hugo Chávez Frías, y eso nos da la idea de que en una próxima elección, con absoluta seguridad no podrá conseguir el apoyo de diversos sectores de la población, por lo que nos atrevemos a formular la siguiente prognosis:

1.- Los movimientos sociales de Venezuela al no encontrar al conductor ideal, y por mostrar algunas disidencias, en las próximas elecciones de gobernadores acabarán por disociarse del movimiento chavista.

2.- El líder de la oposición tendrá la gran oportunidad de acrecentar su popularidad, cuya hipótesis será la de un triunfo de su candidatura presidencial, atentas las ofertas de cambiar el proceso de cambio en el que se encontraba sumido el presidente Chávez.

3.- Aquella realidad tendrá efectos sustanciales en los países que se encontraban sumergidos en el proyecto bolivariano, y obviamente que tendrá repercusiones desfavorables tanto en el ALBA como en UNASUR, pudiendo afectar inclusive al MERCOSUR.

No podemos ignorar que toda influencia tiene caracteres pasajeros y de ninguna manera se puede considerar con una permanencia indefinida en el tiempo y en el espacio. La historia está llena de ejemplos.

En cuanto a nuestro país se refiere, el Gobierno tiene la obligación de tomar previsiones ante el problema de los empréstitos recibidos de Venezuela para el programa “Evo cumple”, que por lo demás debe ser una millonada, los que sirvieron únicamente para obras deportivas y otras de pequeña monta, no así para actividades productivas, de manera que se los debe considerar como gasto y no como inversión.

(El ejercicio del poder corrompe y su sometimiento degrada).