La actual deficiencia en la instalación y equipamiento de sistemas de control del espacio aéreo sitúa al país como altamente peligroso para la navegación aérea.
Esta carencia de elementos de última generación también acarrea problemas, desde el punto de vista jurídico, al referirnos a las denominadas Reglas del Aire, que son mencionadas en el Convenio sobre Aviación Civil Internacional, que Bolivia no está cumpliendo como Estado Contratante, por no adoptar todas las medidas que aseguren que todas las aeronaves que vuelen sobre su territorio o maniobren sobre él, así como las aeronaves que lleven su nacionalidad, donde quiera que se encuentren, observen las reglas y reglamentos en vigor, relativos a los vuelos y maniobras de las aeronaves del lugar.
Hoy, en nuestro país, no se debería continuar como en tiempos de los orígenes de la aeronavegación, utilizando cierta libertad fundamentada en la escasez de tráfico de aeronaves y en el sistema primitivo y elemental de “ver y ser visto”; y por motivos de intensidad de tráfico, velocidad de las aeronaves, alguna que otra congestión de tráfico, se tiene que establecer normas obligatorias de circulación aérea.
Como es de conocimiento general, los Servicios de Tránsito Aéreo fueron creados para prevenir colisiones entre aeronaves, evitarlas en el área de maniobras, acelerar y mantener ordenadamente el movimiento del tráfico aéreo, dar consejo e información útil para la marcha segura y eficaz del vuelo, entre otros.
Entre estas actividades, los Servicios de Control de Tránsito Aéreo deben estar constituidos en tres grandes grupos: el Servicio de Control de Tránsito Aéreo propiamente dicho, el Servicio de Información de vuelo y el Servicio de Alerta. Tales servicios, imprescindibles para un vuelo seguro en nuestro país, deben estar respaldados con una infraestructura de alta tecnología, que es exigente, precisamente por la naturaleza del transporte aéreo y por el desarrollo incesante de la aeronáutica.
Lo expresado contempla la inminencia de cualquier suceso trágico entre aeronaves comerciales, y debe ser un llamado de alerta a las autoridades aeronáuticas para, en ese orden, apresurar la instalación de radares en todo el país (radarización en la jerga aeronáutica), dotar a AASANA de todos los equipos necesarios para realizar su delicada actividad (pues se trata de vidas humanas), en las mejores condiciones tecnológicas y de modernidad.
El lector no es ajeno a la alta capacitación e idoneidad que tienen nuestros controladores y técnicos de AASANA, pero no les exijan milagros debido a la obsolescencia de equipos de los que disponen.
Desde la privatización de los aeropuertos, no se ha registrado una equiparación de Bolivia con las exigencias tecnológicas de los países vecinos, adelantados significativamente en este tema de radioayudas a la aeronavegación civil.
El autor es Abogado Corporativo, Postgrado en Derecho Aeronáutico.
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