Innegablemente, La Paz, Sede de Gobierno, adquirió fisonomía diferente en los últimos diez años y fue debido, en gran parte, a que no faltaron los recursos financieros para emprender obras y, en modo sobresaliente, al dinamismo y sentido de responsabilidad y vocación de servicio de su Alcalde que, si bien es jefe de un partido político, ha demostrado poseer las condiciones de creatividad y mando además de autoridad para lograr éxitos. Su sucesor intenta imitar algo de esas conductas, pero absorbido por infinidad de conflictos, parece que no engrana en las urgencias y necesidades de una ciudad que requiere atención permanente.
Las avenidas y calles de La Paz prácticamente están abandonadas; hay numerosos baches, hoyos y desperfectos en cada cuadra; sus avenidas y calles asfaltadas o vaciadas con cemento presentan alteraciones que resultan peligrosas para peatones y para el rodado de vehículos; ni qué decir de las bocas de tormenta y de servicios de alcantarillado.
En los últimos años, el Municipio alega contar con los medios financieros precisos para atender la construcción de obras de infraestructura y para el mantenimiento y reparación de las existentes; sin embargo, y como ejemplo, se cerró por más de dos años la Avenida del Poeta y, a su conclusión se establece que si bien se ha ampliado los carriles de tránsito y modernizado su jardinería, se ha descuidado totalmente la cobertura de huecos del río que pasa subterráneamente y despide olores nauseabundos que forzosamente tienen que afectar a la población, especialmente a los niños.
Lo grave de todos los reparos que se pueda hacer en contra de las autoridades municipales, de esta u otras gestiones, siempre surge la idea de que se busca “desprestigiarlas y condenarlas inútilmente”, lo que no es así, porque cuando se hace notar errores y defectos de realización de obras o mantenimiento, lo que se hace es también cuidar el prestigio y responsabilidad de los encargados y mucho más de quienes tienen autoridad decisiva sobre lo que se haga.
La Paz es ciudad que merece atención esmerada; no puede ni debe estar supeditada a simples remiendos o reparaciones provisionales; es necesario que se realicen los trabajos con honestidad y responsabilidad; de otro modo, querría decir que se malversa dineros destinados expresamente a la realización de obras y mantenimiento y reparación de calles y avenidas. Es preciso, pues, que las autoridades edilicias, especialmente del Concejo Municipal, cuya presencia no se nota en el diario vivir municipal, se preocupen por cuestiones que, en su realización y mantenimiento, pueden tener resultados óptimos de beneficio citadino y que, además, eviten accidentes que se producen por la presencia de hechos debidos al descuido y abandono de las autoridades.
La Paz puede y debe ser la ciudad mejor atendida del país; pero ello será posible si sus autoridades hacen menos demagogia y trabajan en concomitancia con disposiciones y técnicas municipales establecidas para un trabajo responsable.
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