Las mayores víctimas que causa la pobreza son los niños desvalidos, abandonados, mendicantes, con hambre y en estados de desnutrición absolutos. Ellos trabajan desde tierna edad porque “deben cooperar a la economía familiar”, debido a que sus progenitores ganan miserias y, como no hay fuentes seguras de empleo, deben resignarse a lo poco que consiguen, pero obligan a sus hijos a conseguirse el sustento como puedan.
Los países pertenecientes al Tercer Mundo y mucho más los del Cuarto Mundo que tienen que soportar extremos de hambre y pobreza -recuérdese el caso de Biafra, a finales de la década del 60, donde las madres, con senos flácidos, sólo esperaban la muerte de sus recién nacidos y la muerte más cercana para los que tenían alguna edad-. Son niños que junto a sus madres soportan hambre, miseria y enfermedades. Son millones los menores en el mundo que viven pendientes de la ayuda internacional que jamás es suficiente; que precisan amor y consideración; que cuando enferman no pueden acceder a servicios médicos ni a medicamentos.
En niveles de las políticas mundiales de todos los países, “la atención de la niñez tiene prioridad en los programas”, la práctica diaria se encarga de demostrar que todo fue demagogia, populismo, engaño. Esos países emplean montos millonarios en armas y en potenciar ejércitos con miras a “fortalecer la democracia y asegurar la libertad y la justicia”. Esta es la realidad en la que viven países del África y muchos otros, aunque con menor contundencia, del “mundo en desarrollo”.
Ese es, normalmente, el panorama general y en algunos casos es auto-afrenta de países ricos que teniendo mucho, descuidan grandemente sus programas sociales a favor de sus niños y sus madres que viven hasta debajo de puentes o en edificios abandonados, buscando comida que desechan los hoteles y realizan tareas pesadas para conseguir algo de dinero. El problema, pues, no es sólo de los más pobres; es también de los ricos, de los que se jactan de tener mucho y que, a la vez, fabrican armas, ayudan a conformar ejércitos y gastan miles de millones de dólares para “combatir al terrorismo” y para “asegurar la democracia”.
En nuestro país, Bolivia, la situación de miles de niños es desesperada porque no tienen ni lo más necesario y deben trabajar en condiciones inhumanas; pululan en bares y restaurantes de donde se los expulsa hasta con repulsión; consiguen lo que pueden para ayudar a sus madres; inocentemente se prestan a ser portadores de droga, porque no faltan los servidores del narcotráfico que se encargan de explotar a niños y a sus padres con tal de conseguir ganancias. Hay niños que sufren enfermedades -entre ellas cáncer, SIDA, tuberculosis y muchas otras- pero que no tienen seguro ni pueden llegar a clínicas u hospitales porque sus padres no cuentan con dinero.
Las autoridades de gobierno, que gastan tanto dinero en cuestiones innecesarias y prescindibles, que hacen alarde de su amor al pueblo y especialmente a los niños, deberían combatir la pobreza y ver que el futuro de nuestros niños sea humano, digno, bien alimentado y mejor formado en valores mediante la educación; que tengan abrigo y vivienda; que logren alguna felicidad al lado de sus padres.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán Consejo de Administración:
Miguel Lazo de la Vega |
Ernesto Murillo Estrada |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |