Chile ha heredado una política diplomática con tendencia a posponer el debate del tema marítimo que tiene su origen en la funesta invasión de 1879. En consecuencia los gobiernos de turno del país transandino, tanto de la derecha como de la izquierda, se condujeron, en democracia y dictadura, en estricto apego a ella, lo que ha desfavorecido enormemente a Bolivia y favorecido al vecino expansionista. Y el actual régimen de dicho país es la máxima expresión de esa estratagema.
“No vamos a negociar con nadie si la soberanía chilena está amenazada, y no tenemos conversaciones abiertas con nadie, incluyendo Bolivia, respecto a algún tema que involucre la soberanía de nuestro país”, dijo, en este marco, el señor Alfredo Moreno, canciller de Chile, casi al finalizar diciembre de 2013, según la prensa nacional.
El Canciller chileno con esta afirmación ha ratificado, una vez más, que el Gobierno chileno no abriga ni la menor intención para tratar la demanda marítima, que en abril del pasado año fue presentada ante la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya. Y posiblemente haya buscado con esa declaración sentar un precedente, en materia de política internacional, para que el próximo Gobierno camine coincidente con él, teniendo en cuenta que la demanda legal contra Chile iniciada por Bolivia ya empieza a moverse, de manera inevitable, ante la vista del mundo.
En consecuencia Chile asumió, en definitiva, una actitud negativa con respecto a la pretensión boliviana de recuperar su salida libre, útil y soberana al Pacífico. Es que el jefe de la diplomacia chilena ha descartado toda posibilidad de aproximación y entendimiento con Bolivia para abordar el tema marítimo. En este contexto lanzó, con su aseveración, un mensaje subliminal para que el país desista de su demanda y que Chile tenga la opción de proponer nuevamente el diálogo “distraccionista” de siempre. Por lo visto las expresiones del canciller Moreno están en consonancia con los intereses geopolíticos de su país.
La decisión de haber escogido el atajo de La Haya ha gozado de respaldo nacional. Por lo tanto esa actitud no debe ser objeto de desestimiento, como quisiera el vecino involucrado en la invasión de 1879, sino que tendrá que seguir su curso, con el apoyo de todos los bolivianos, es decir de orientales y occidentales, de urbanos y rurales.
Bolivia, ni duda cabe, jamás se apartará de la verdad histórica ni claudicará en su objetivo de recuperar, tarde o temprano, el Mar cautivo, que lo perdió por la angurria chilena para acumular riqueza, olvidando toda noción de hermandad y confraternidad, elementos necesarios para una integración regional.
En suma: Bolivia, pese a quien pesare, acudirá a todas las instancias posibles para decir su verdad, al continente latinoamericano y al mundo entero, en torno a los hechos de 1879, a fin de lograr la restitución del derecho que le asiste sobre el océano Pacífico, conforme anhela la colectividad boliviana.
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