La afirmación del futuro canciller chileno, Heraldo Muñoz, en sentido de que la demanda boliviana es “un claro obstáculo”, sólo es una insinuación para que Bolivia desista de su exigencia planteada ante la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya.
Pero el mandatario boliviano reiteró “que ésta seguirá su curso” (EL DIARIO, 29/1/2014). La verdad es que la decisión adoptada goza del respaldo nacional y un posible desistimiento lastimaría el sentimiento patriótico de la ciudadanía boliviana.
“No vamos a negociar con nadie si la soberanía chilena está amenazada. Y no tenemos conversaciones abiertas con nadie, incluyendo Bolivia, respecto a algún tema que involucre la soberanía de nuestro país”, aseguró, en anterior oportunidad, el titular de la diplomacia chilena, Alfredo Moreno (EL DIARIO, 10/1/2014).
En consecuencia la política diplomática distraccionista chilena hizo escarnio del propósito boliviano de recuperar la salida al mar. Desde 1879, año que marca la invasión chilena a territorio patrio, Bolivia fue objeto de burla, salvo raras excepciones, por la habilidosa diplomacia transandina, que ha eludido responder positivamente a la demanda marítima boliviana. Y este accionar continúa y continuará repitiéndose, sea en Chile el gobierno de tinte derechista o izquierdista, en dictadura o democracia.
En este marco el tema marítimo fue abordado en reuniones bilaterales y multilaterales, en encuentros presidenciales y de cancilleres, con un alto contenido político dilatorio de parte de Chile, significando una terrible frustración para Bolivia.
La historia señala que la agresión chilena de 1879 le ha provocado a Bolivia el encierro geográfico, problema, desgraciadamente, aún no resuelto, pese que la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó, el 31 de octubre de 1979, una Resolución que subraya: “Recomendar a los Estados a los que este problema concierne directamente, que inicien negociaciones encaminadas a dar a Bolivia una conexión territorial libre y soberana con el Océano Pacífico. Tales negociaciones deberán tener en cuenta los derechos e intereses de las Partes involucradas y podrían considerar, entre otros elementos, la inclusión de una zona portuaria de desarrollo multinacional integrado y, asimismo, tener en cuenta el Planteamiento boliviano de no incluir compensaciones territoriales”.
A raíz de todo lo anotado, la demanda marítima boliviana fue presentada ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya para su análisis, debate y conclusión final. Bolivia, en el transcurso de las venideras semanas, presentará la memoria, el alegato, en conformidad con el plazo que señala el cronograma elaborado por aquella instancia. Este paso histórico debe ir acompañado por la unidad y la reconciliación de los bolivianos, eliminando las diferencias que pudieran tratar de dividirnos.
En suma: los bolivianos estamos conminados a empujar el carro de la demanda ante la CIJ y que ello signifique nuestro retorno al mar.
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