El Decreto del 9 de febrero de 1825 coincidía con el deseo de varios altoperuanos para constituirse en Estado libre y soberano; tanto es así que al enterarse de la victoria de Ayacucho, prepararon un plan para lograr ese objetivo y enviaron a Casimiro Olañeta para convencer a Antonio José de Sucre de la independencia de este territorio; pero en la mente del mariscal ya rondaba este proyecto, puesto que fue preparando el decreto antes de la llegada de Olañeta; además, en carta dirigida al ministro de la Guerra de Bolívar, el 1 de febrero de 1825 le dice: “Dentro de diez días el ejército estará al otro lado del Desaguadero. Yo voy a estar, pues, en el caso de organizar aquel país como libertado por los independientes, y dejar a los pueblos su soberanía para constituirse, mientras haya un arreglo con los Congresos del Perú y del antiguo Virreinato de Buenos Aires (…). Parece que esta es la mente de S.E. el Libertador, presidente de Colombia”.
Carta que, en cierto modo, trasluce la idea de un Alto Perú independiente; pero en su estudiada ambigüedad, al mismo tiempo respeta el pensamiento bolivariano de sujetarse a las normas del Derecho entonces vigente. Inconscientemente se le escapa el yo voy a organizar aquel país, dejándolo con los derechos de su soberanía. Idea que se repite en el primer considerando del Decreto de 9 de febrero: “1.-Que al pasar el Desaguadero, el ejército libertador ha tenido el solo objeto de redimir las provincias del Alto Perú de la opresión española, y dejarlas en posesión de sus derechos”. Y para salvar la responsabilidad política de Bolívar, comandante en Jefe de ese ejército, en el segundo considerando, dice: “2.- Que no corresponde al ejército libertador intervenir en los negocios domésticos de estos pueblos”.
La misma ambigüedad. Considera dejar la soberanía en el pueblo que ocupa militarmente y, a renglón seguido, afirma que no corresponde al ejército que manda inmiscuirse en sus asuntos internos. ¿Por qué, entonces, el decreto? ¿Por qué un militar se involucra en política, cuando sólo se espera de él que cumpla su deber castrense? ¿No era más conveniente un prudente silencio en espera de la decisión política de los países involucrados en este espinoso tema?
Conocido el decreto se desata la actividad política tanto de los que buscan la independencia total, como la de quienes desean permanecer bajo los gobiernos del Perú o de Buenos Aires. La actividad es oral, reuniones van y emisarios vienen; cartas son enviadas y respuestas recibidas en la intimidad. El hecho de que se cambie el lugar y la fecha (de Oruro a Chuquisaca, y del 29 de abril, prevista en el Art. 9 del Decreto; al 10 de julio, cuando se instala la Asamblea) nos muestra la actividad desplegada entre bambalinas por los políticos interesados en el asunto, pues esto les permite maniobrar más y mejor para su causa.
Por otro lado, ¿cómo lograron cambiar partes del decreto? ¿Contaron con la complicidad de Sucre? ¿Vencieron sus resistencias, teniendo en cuenta que las últimas decisiones políticas las tomaba Bolívar? La correspondencia de Sucre con Bolívar nos muestra la actitud de ambos libertadores en relación con Charcas. El Mariscal le escribe, el 2 de febrero, lo siguiente: “Anoche, pensando en los negocios del Alto Perú he arreglado las ideas del decreto adjunto para darlo al llegar a La Paz (…). Lo quería dar a su nombre, pero no sabiendo si esto lo comprometería, y como todo el mundo sabe que lo que nosotros hacemos bien es dirigido por usted, he excusado meterlo en este papel, porque si tiene resultados buenos a usted le toca la dirección, y si sale mal no he comprometido su nombre”. Nuevamente la ambigüedad. ¿Es cierto que no involucra a Bolívar y, al mismo tiempo, sí lo hace?
La respuesta de Bolívar tarda hasta el 4 de abril. Extraña tardanza en un asunto tan importante, puesto que el Libertador respondía con celeridad a sus subalternos. En esa carta, que tiene más el tono de una llamada de atención que una respuesta política, le dice con rudeza: “(…) V está a mis órdenes con el ejército que manda, y no tiene que hacer sino lo que yo le ordeno (…). Según dice V. piensa convocar una asamblea a dichas provincias. Desde luego la convocación misma es un acto de soberanía. Además, llamando V. a estas provincias ejercer su soberanía, las separa de hecho de las demás provincias del Río de la Plata, del Perú y de Colombia misma que no puede ver, ni con indiferencia siquiera que V rompa los derechos que tenemos a la presidencia de Quito, por límites del antiguo virreinato.”
Con esos antecedentes, ¿cómo se pudo lograr la independencia de la hoy Bolivia? ¿Cuál fue el rol de los hombres de Charcas, el de Sucre y Bolívar en este asunto?
El autor es Académico de la Lengua.
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