Liberales con Brasil… nacionalistas con Argentina

¡Aunque usted no lo crea!, el mundo está dividido en dos clases de pensamiento y actitudes, en dos sistemas de conciencias y preferencias, en dos formas de acatar las determinaciones… y así, hasta el infinito.

No nos ocuparemos de determinar el porqué de estas formas de actuar de la gente, qué fuerza telúrica cósmica o celestial racional hizo que los hombres seamos tan diferentes, al extremo de que cada grupo tiene políticamente su preferencia en la manera de organizar el Estado de acuerdo con sus principios, a su creencia, de convivir cotidianamente con la familia obedeciendo al entorno que lo rodea, al Derecho.

La verdad es que existen liberales y nacionalistas en este mundo plagado de supersticiones, creencias, preferencias, actitudes, fuerzas, racionalismos y otros, que existen desde que el hombre dejó de ser un mono hace miles de años, desde que el “eslabón perdido” nació, creció y se reprodujo, muriendo con nuevas estructuras cerebrales y otras costumbres ya de hombre.

Estas actitudes y principios son más visibles y comprensibles cuando existen acontecimientos de masas, cuando se produce una revolución o cuando se juega el mundial de fútbol, como precisamente está sucediendo ahora mismo. Lo interesante es ver que en Bolivia ya afloraron las diferencias, porque muchos están a favor del Brasil y muchos otros a favor de la Argentina, como lo dijimos, liberales y nacionalistas. Las apuestas nos muestran quién es quién, y verá que muy pocos aportarán con su simpatía a otros equipos, sean europeos, africanos, asiáticos, oceánicos o americanos. ¡Hasta Marcelo Tinelli teatralizó al árbitro japonés por bombero! Así es la pasión.

Si le queda alguna duda, puede ver que también se presentan estas preferencias en los equipos de fútbol nacionales y mundialistas; así vemos que los liberales simpatizan con Blooming, Bolívar, River Plate y Real Madrid, mientras que los nacionalistas simpatizan con Oriente Petrolero, The Strongest, Boca Juniors, Barcelona, los demás serán simpatizantes de otros equipos que no juegan los clásicos de siempre. Vemos entonces que esta diferencia es una especie de motor que mueve a los hombres en busca de victorias, hazañas y glorias.

Imagine una sociedad sin esta división de conciencias, el mundo sería una panacea de paz y amor eternos, de concordia inigualable, de acciones humanas sin vencedores ni vencidos, de fábricas sin dueño, de países sin límites ni soberanía, ¡no habría candados para las puertas!

Tampoco habría periodistas deportivos que pronostiquen al nuevo campeón del mundo, que hagan encuestas entre la gente sobre el ganador del campeonato; Entel perdería plata sin clientes de ambos bandos enfrascados en discutir de fútbol, la Coca Cola no vendería su producto porque a nadie le daría ansiedad y sed, y así hasta el infinito.

¿Será bueno o malo?, creo que la naturaleza y Dios no se equivocaron al hacernos como somos, en estos tiempos de cambio y de revoluciones mundiales, de luchas internas, de campeonatos de fútbol. Lo que sí no podemos pronosticar son las puñeteaduras que se producirán frente a las pantallas gigantes si son finalistas estos países, no importa, ¡la cosa es que la copa de siete kilos de oro se quede en América del Sur!

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