Contrapunto sobre la educación mixta

De manera imprevista, se está produciendo en estos días un valioso contrapunto sobre la educación mixta. El asunto no es de menor cuantía, desde el momento en que atañe a la conformación de la sociedad nacional, actual y futura.

La educación mixta fue instituida en el país por la Ley 1565, emitida en 1996, como parte de la Reforma Educativa de ese entonces. El inicio de su aplicación data del año 2000. Al presente, las reacciones son a favor y en contra.

A primera vista, pareciera ser un método apropiado. Elimina o se presume que lo hace, la discriminación a las mujeres. Le confiere uniformidad a la enseñanza y aprendizaje de los estudiantes de ambos géneros. Y estimula la sociabilidad entre éstos.

La controversia actual gira, en unos casos, sobre concepciones teóricas. En otros, sobre realidades experimentadas en catorce años de vigencia del sistema.

Respecto a la educación separada, una opinión crítica emitió la representante departamental de la Defensoría del Pueblo de La Paz, Teófila Guarachi. En declaraciones a un diario local habría expresado que los establecimientos en los que sólo hay mujeres o varones resultan perjudiciales, porque “reproducen la ideología patriarcal”.

A manera de ampliar este punto de vista, la señora Guarachi expuso que es parte de una herencia cultural, social y política, que establece la desigualdad y la subordinación del género femenino hacia el masculino.

Aunque la educación mixta se generalizó en el país, un último informe oficial refiere que, al menos, 45 colegios del país no cumplen con la educación mixta. Respecto a La Paz, las y los alumnos de cinco colegios han optado por mantener la educación separada.

Ellos son los Liceos de señoritas Venezuela y La Paz, y los colegios de varones Simón Bolívar, Antonio Díaz Romero y Gualberto Villarroel. Al que se le sometió a que cumpla la educación mixta fue al colegio de varones Ayacucho, pues por voluntad propia se resistió a aceptar la nueva modalidad educativa.

En los dos últimos años, los colegios Bolívar de Cochabamba y La Paz están adoptando la misma actitud. En Cochabamba, con el apoyo de padres de familia, por lo que cinco de ellos son procesados; se espera que muy pronto sea emitido el fallo judicial.

De otro lado, no se sabe si por rechazo a la educación mixta o porque no hubo varones dispuestos a ingresar al Liceo La Paz, de esta ciudad, el caso es que en una foto periodística se observa que uno de sus cursos está constituido sólo por mujeres.

Aunque los directores de algunos colegios consideran como conveniente la educación mixta, una alumna del Liceo Venezuela puso de manifiesto su sentir personal. “Me gusta -dijo en declaración al diario colega- que mi escuela sea sólo de chicas, porque entre mujeres se genera más confianza y compartimos con todos los cursos; si hubiese chicos, las cosas cambiarían…”.

Desde un punto de vista objetivo, la educación mixta en colegios tiene sombras que merecen ser consideradas, por las autoridades del Ministerio de Educación, pero fundamentalmente por los padres de familia. Más aún, la responsabilidad de ambas partes exige que dispongan la realización de estudios sociológicos y psicológicos sobre los resultados alcanzados en 14 años de educación mixta.

Cabe destacar que la convivencia de los dos géneros en las aulas eliminó muchos tabúes, empezando por hacer desaparecer las diferencias entre los dos géneros. En la actualidad, los jóvenes se tratan de igual a igual, sin reconocer diferencias en el trato, en el lenguaje y en los hábitos. Entre éstos últimos, hay que incluir el consumo de alcohol en ambos géneros.

Informes periodísticos recientes destacaron que en algún colegio mixto, se produjeron el año pasado más de una docena de embarazos prematuros. En las calles se observa, no sin aprehensión, que jovencitas llevan en sus brazos a sus hijos recién nacidos.

En el transporte público, no es posible ya distinguir que sea el varón el único que utilice un lenguaje subido de tono, pues las muchachas hacen otro tanto. El trato mutuo descendió a un nivel inquietante. Su mayor manifestación es la pérdida de valores, lo que influirá decisivamente en su vida de adultos.

No puede atribuirse todo este desquiciamiento a la educación mixta, pero es significativo que, según el Censo Nacional de Población y Vivienda, de noviembre de 2012, en Bolivia existen 37.741 madres adolescentes, entre las edades de 15 a 18 años. Las incidencias mayores se producen en Santa Cruz y Cochabamba, y las menores en Oruro y Pando.

Por razones de edad, se establece que son madres adolescentes cuando aún se hallan en estudios secundarios, donde los romances son frecuentes. El sexólogo Winston Winsin habría declarado en una entrevista periodística que “antes, la virginidad era un valor; ahora, quien no tiene vida sexual está fallando”.

Acerca de ello, una joven de 17 años, que es ya mamá de una niña de 11 meses, estaba en cuarto curso de un colegio privado de Cochabamba, cuando su enamorado le pidió la “prueba de amor”. En entrevista periodística expuso que “mis amigas hablaban todo el tiempo sobre eso (relaciones sexuales) y me entró la curiosidad. Mi enamorado me insistía y yo acepté, fue sólo un momento, pero aun así resulté embarazada”.

Como podrá advertirse, la cuestión es merecedora de una mayor atención fiscal y de los padres de familia. Puede que la educación mixta tenga sus justificativos, pero también corresponde advertir que tiene costos humanos muy altos.

Aquella joven, ahora mamá, concluye sus estudios secundarios en un colegio nocturno, cuando sus padres habían prevista enviarla al exterior para su profesionalización. Ahora, ni siquiera le hablan.