Las confusiones y problemas que ha creado el mal uso y comprensión de algunos términos del lenguaje político han determinado conclusiones que han conducido a nuestro país a lamentables desviaciones históricas. Ya se ha visto que en la primera mitad del Siglo XX, los partidos políticos que se llamaban liberales eran, en la práctica de gobierno y en la ejecución de sus programas, partidos verdaderamente antiliberales, vale decir que hicieron todo lo contrario de lo que pregonaban. Por otro lado, partidos que se llamaban antiliberales (como el MNR en su primera etapa) lo que hicieron durante sus etapas de gobierno fue aplicar medidas liberales. (EL DIARIO, 8, VI-14).
En ese desarrollo político advino el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada que fue calificado como gobierno neoliberal y que las medidas que dictó fueron de tipo liberal, por lo cual su destino estuvo condenado a su expulsión ignominiosa del poder. Sin embargo, las principales medidas que dictó ese gobierno (yendo contra la tradición histórica del MNR tradicional), en realidad, fueron en su esencia medidas francamente antiliberales, considerando –como se tiene visto- que el liberalismo es la expresión política del capitalismo, sistema económico que en su etapa de nacimiento tiene carácter revolucionario.
En efecto, las “capitalizaciones” del gobierno de Sánchez de Lozada (que nada tenía del MNR) de las empresas que nacionalizó el MNR en sus primeros años de vida, tuvieron proyección contraria al liberalismo porque, en primer lugar, anularon las nacionalizaciones (que eran medidas liberales), que hizo ese partido en sus primeros tiempos en el poder y, a la par, se trató de la desnacionalización de lo que nacionalizó el MNR entre 1952 y 1964. Toda desnacionalización es antiliberal porque va contra la creación de la Nación y la formación del Estado Nacional.
En segundo lugar, las medidas de Sánchez de Lozada fueron anticapitalistas, como la Ley INRA que lo que hizo fue establecer las bases para restaurar en el medio rural el feudalismo y destruir los intentos centenarios de la población indígena de construir el capitalismo. La Ley INRA fue, en efecto, en absoluto contraria al desarrollo democrático del medio rural y anuló la legislación agraria del MNR de 1953. Se trató de una medida totalmente antiliberal, y nada tenía de neoliberal y todo a título de liberalismo.
En forma general, el neoliberalismo del gobierno de Sánchez de Lozada que siguió al del MIR de Jaime Paz Zamora y antecedió al de ADN de Hugo Banzer, fue en los hechos antiliberal, pero con antifaz liberal, careta que en el decenio 1990-2000 (llamado también el “decenio infame”) fue maquillado como neoliberal por los partidos de oposición, los que, además, levantaron la bandera de ir contra el neoliberalismo para establecer el “socialismo del Siglo XXI”, el “socialismo comunitario” y otras lindezas que también, ¡oh sorpresa!, son medidas liberales, es decir capitalistas.
Finalmente, el gobierno neoliberal de Sánchez de Lozada intentó radicalizar su liberalismo antiliberal, pero como iba contra la historia fue defenestrado del poder por partidos que tenían la idea de eliminar todo lo que existía de liberalismo. Pero el nuevo régimen, supuestamente antiliberal, resultó en gran medida, más bien un régimen liberal, además más proclive a mirar al pasado que al futuro, restaurando lo más posible todo lo que fuese antiliberal, vale decir que fue adoptando el falso liberalismo antiliberal, siguiendo el ejemplo de los viejos partidos de derecha que se titulan de izquierda y cuyo destino está dirigido a restaurar el coloniaje y el feudalismo y, al mismo tiempo, retroceder de la creación de la Nación para restaurar el Coloniaje.
Captando la esencia histórica del proceso histórico boliviano, se confirma que, en primer lugar, el liberalismo de los 50 primeros años del siglo pasado fue en absoluto antiliberal. A la vez, se confirma que el llamado neoliberalismo del gobierno de Sánchez de Lozada fue antiliberal (anticapitalista), y que al presente el nuevo partido en el poder mientras por un lado afirma ser antiliberal, en la práctica es de tendencia francamente liberal o sea capitalista.
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