El colegio del epígrafe fue fundado hace más de 50 años, cuando El Alto, que ahora es una pujante y floreciente urbe, era una planicie bucólica medianamente habitada. Aquí se produjo el punto de inflexión para la educación de las niñas y niños de El Alto; el Colegio Juan Capriles, con las inevitables contingencias de todo emprendimiento, no se detuvo en su incesante crecimiento y el lector debe conocer cuál es la fórmula para ello.
La filosofía del acusado pensador, educador y revolucionario pedagogo, era dotar de educación estable y competente a los más pobres y, por el lugar, el más indicado era El Alto, donde finalmente se estableció el Colegio Juan Capriles Rivas, hoy uno de los más prestigiosos, no por su estructura que se remoza constantemente sino por la educación sólida y moderna que imparte; destacando con ello que no es una educación teórica estrictamente escolástica sino práctica conjugada con la académica, por cuya esencia los bachilleres, además de un título en Humanidades, adquieren los conocimientos fundamentales para un oficio técnico de alto requerimiento que los salvaguarda para obtener ingresos, continuar estudiando y conducir una vida moral y ética.
El sábado pasado se graduó una numerosa promoción que ostenta el nombre del hijo menor del poeta, sonetista, educador y pedagogo; acontecimiento en el cual la emotividad estuvo al borde de las lágrimas por la veneración y la gratitud que profesan a Juan Capriles, manifestada en la expresión sincera y sentimental en las caritas lozanas de más de 120 bachilleres guapos, firmes y saturados de energía para iniciar el pregrado o los oficios técnicos. Incontenible emoción la del hijo menor, Juan José, su esposa y el nieto del prohombre Juan Capriles, presentes en el acto.
Fue muy esclarecedor para la audiencia de más de 800 personas, entre estudiantes, docentes, padres de familia y público, conocer que gracias a la educación práctica de oficios, varios pabellones e instalaciones menores fueron construidos sin guía técnica alguna de un profesional, por sobresalientes estudiantes de la promoción, trascendiendo así los frutos de una educación práctica que se manifiesta en hechos tangibles.
El Director de Colegio fue en encargado de transmitir a los padres de familia y público los logros obtenidos por la comunión del conocimiento y la implementación de la práctica desarrollada por sus hijos. Así, con esa doctrina de valerse por sí mismos y no esperar indefinidamente la implementación moderna con presupuesto estatal, que es una obligación por ley, este colegio con sus emprendimientos y la mies sembrada por los docente en la creatividad se erige como un paradigma puro de la relación necesidad inmediata/medios existentes.
El colegio destierra el estatismo y la resignación, para dar lugar a la iniciativa creadora con eficiencia en la utilización de los menores medios económicos posibles, sobresaliendo el conocimiento, que es un don intangible que vive en el espíritu de estos jóvenes, mujeres y hombres, que proyecta la laboriosidad y progreso que caracteriza a los habitantes de la ciudad de El Alto, pues una gran mayoría son exalumnos del Colegio Juan Capriles.
El autor es abogado corporativo, docente universitario, escritor.
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