Ropa asiática se impone en mercados populares

Centenares de comerciantes “mañaneras” han encontrado en la ropa importada de China, Corea y otros países del sudeste asiático, la mejor forma de subsistir sin invertir en los altos costos de la confección local. A ello se suma los costos adicionales por la compra de telas y accesorios de conocidas tiendas de la calle Max Paredes. Asimismo, inflan los costos la contratación del personal que por las nuevas disposiciones laborales tiene derecho a beneficios sociales y otras obligaciones que cada vez son más difíciles de cumplir. Lamentablemente en Bolivia no existe normativa para regular la maquila que es una especie de producción a destajo.

DOBLE LABOR

Pero el problema no acaba ahí se conocen abundantes casos que ante este escenario adverso los confeccionistas son a la vez contrabandistas que venden sus productos en los variados mercados del país. Muchos talleres optan por viajar a Chile para aprovisionarse de telas, hilos, botones y accesorios e internan ilegalmente al territorio aduanero nacional, así se evitan de pagar impuestos, pero también en muchos casos se exponen a perder la mercadería y con ello arriesgan inclusive la existencia del negocio.

LAS “MANAÑERAS”

De esta forma es que más de 10 mil comerciantes “mañaneras”, de las 15 mil, prefieren comprar ropa en Chile, para luego comercializarla en las calles adyacentes a la plaza Juariste Eguino de La Paz. Una zona muy conocida por propios y extraños debido a que allí llegan de Iquique prendas variadas para toda la familia a precios accesibles a la economía popular. Es así que la tradicional avenida Tumusla se constituye por algunas horas en el más gigantesco y variopinto bazar de la ciudad.

“IMPORTACIÓN”

“Mezclado vendemos. Hay importado y también nacional”, afirmó la secretaria de Beneficencia de la Asociación de Comerciantes Mayorista Tumusla, Julia Cosme.

Por su lado, la secretaria general de la Asociación de Comerciantes Mayoristas Tumusla, Elena Espinal Condori, dice que unas dos veces al mes, dependiendo de las ventas, un grupo viaja hasta Iquique para comprar ropa de todos los modelos y marcas. Generalmente alquilan uno o más buses de acuerdo a la cantidad de mercadería que trasladarán hasta La Paz. Son pocas las comerciantes que prefieren viajar por su cuenta, debido a que el riesgo de incautaciones sería mayor. Otras optan por entregar sus prendas y el lote entero al denominado “pilotero” que asume el riesgo de internar la ropa y que generalmente tiene contactos con funcionarios aduaneros y policiales. Así funciona este negocio.

PRECIOS

Luego que llega la mercadería a la ciudad se la reparten y entre ellas acuerdan el precio por unidad y docena en una especie de oligopolio al mejor estilo empresarial, es decir que, unos pocos operadores determinan los precios en el mercado.

“ROPA DE MARCA”

Son pocas las comerciantes que compran las prendas para copiarlas y confeccionarlas en su taller, ya que la importación de telas, botones y adornos tiene otro costo adicional que en muchos casos son difíciles de conseguir en el mercado.

Espinal señaló en las últimas semanas la Aduana ha estado poniendo muchas restricciones a la importación de ropa, cobrando diferente arancel dependiendo de la marca, calidad de la tela y de otras características.

DERECHOS

Por ello, algunas comerciantes prefieren copiar los modelos de confecciones traídas a Bolivia vía contrabando, aunque para comprar la tela también atraviesan infinidad de requisitos para la importación. Hoy no existen operativos policiales, como en los años 70, cuando funcionarios policiales irrumpían en los talleres, donde se fabricaba ropa con famosas marcas mundiales. No era raro saber que de muchas calles alteñas salían al mercado imitaciones casi perfectas de ropa “Nike”, “Sergio Valente”, “Umbro”, “Regatas”, “Puma”, “Reebock”, “Olímpicus”. Asimismo, los famosos jeans de mezclilla de marcas como “Levys”, “Wrangler”, “Alpach” y “Benneton”. Entonces, algunos malos funcionarios recluían en celdas a los confeccionistas para luego exaccionarlos sin ningún reparo. Era el negocio de algunos uniformados que actuaban en complicidad de sus jefes, según relató a Naciones Unidas, el confeccionista alteño y dirigente de Appecal, Gualberto Quispe, actual directivo del gremio.