“Torturar a las personas es un pecado mortal, es un pecado muy grave”, dijo ayer el papa Francisco durante el Ángelus, desde el balcón de su estudio, que asoma a la Plaza San Pedro.
“El 26 de junio próximo tiene lugar la Jornada de las Naciones Unidas para las víctimas de la tortura. En esta circunstancia reitero la firme condena de toda forma de tortura e invitó a los cristianos a empeñarse para colaborar a su abolición y sostener a las víctimas y sus familiares”, afirmó Jorge Bergoglio.
Ante una plaza de San Pedro repleta de fieles, el Pontífice, antes de la oración del Ángelus, dedicó unas palabras a los fieles hablando del significado de la celebración del Corpus Christi, invitando a todos a hacer de “pan compartido” con los otros. “La comunidad eclesial se reúne alrededor de la Eucaristía para adorar el tesoro más precioso que Jesús ha dejado”, afirmó el pontífice, publicó clarin.com
La fiesta del Corpus Christi fue instituida por el Papa Urbano IV en 1264, a raíz del llamado “milagro de Bolsena”. En 1263 un sacerdote bohemio, Pedro de Praga, se dirigía hacia Roma cuando se detuvo en la cercana localidad de Bolsena para oficiar misa, pero el cura dudaba de la presencia real de Cristo en la Eucaristía y pidió a Dios una “señal”. Según la tradición, unas gotas de sangre emanaron de forma imprevista de la hostia consagrada y cayeron sobre el corporal (lienzo que se extiende en el altar para colocar el pan y el vino sagrados), una tela que se guarda en la catedral de Orvieto, en el centro de Italia.