En su homilía dominical, el papa Francisco durante el Ángelus, desde el balcón de su estudio, que asoma a la plaza San Pedro afirmó ayer que “torturar a las personas es un pecado mortal, es un pecado muy grave”.
Recordó que el próximo 26 de junio se desarrollará la Jornada de las Naciones Unidas para las víctimas de la tortura. En esta circunstancia reiteró la firme condena de toda forma de martirio e invitó a los cristianos a empeñarse para colaborar.
La plaza de San Pedro repleta de fieles escuchó luego la oración del Ángelus y la explicación sobre el significado de la celebración del Corpus Christi, invitando a todos a hacer de “pan compartido” con los otros.