Tiempo de elecciones

Por ser una organización humana, la sociedad está siempre llena de fuerzas en tensión que reflejan los diversos intereses que se mueven en su seno; por eso, una de las funciones del gobernante es buscar el equilibrio de esas fuerzas encontradas para evitar el enfrentamiento, que puede degenerar en violencia, y aun, en la destrucción de un país. Por eso, el llamamiento a la concordia nacional, lanzado por el presidente Morales en un importante discurso, que pedía poner fin a los enfrentamientos que han intranquilizado al país, fue bien recibido por la población. Lamentablemente, la alegría duró poco, pues varias personas, y algunas instituciones, han mostrado con sus actos que se encuentran lejos del acercamiento espiritual que los bolivianos deseamos para nuestra sociedad, y movidos por el apetito de poder se dieron a la tarea de agudizar el enfrentamiento, que únicamente ha de producir nuevos enfrentamientos, para mal de todos.

Estamos en la parte central de la campaña electoral, que por mandato de la Constitución busca, o bien la renovación de las autoridades elegidas hace años para administrar el país; o bien, la permanencia de las mismas para continuar con su labor política. Por eso, es un momento de especial importancia para la vida política, social y económica de Bolivia, que requiere un período de paz para escuchar las propuestas de los diferentes candidatos, sean de la línea que fueren, y así evaluar la solidez de sus programas, la coherencia de sus discursos, el posible beneficio o daño que sus propuestas puedan causar a los intereses del país, de las regiones, o de importantes grupos sociales; las leyes así lo prevén y, claro, el sentido común de la gente considera que ese debe ser el ambiente en el que nos movamos.

Por eso, llama la atención que el Tribunal Supremo Electoral esté coartando la libertad de expresión de los ciudadanos, y la libre empresa de los medios de comunicación, al prohibir propaganda en la que aparezca la figura de cualquier candidato, o se escuche su voz. ¿Es posible que el ciudadano común pueda favorecer con su voto a un candidato que no pueda observar? ¿Los gestos, los tonos del habla, los indicadores inconscientes que se dan en cualquier mensaje oral, no son, acaso, importantes para evaluar la seriedad, veracidad, coherencia, etc. de una persona? ¿Por qué, por ejemplo, una madre dice a su hijo: ¡mírame a los ojos!, cuando éste le está contando algo que ella sospecha que no es verdad? ¿No es su intuición la que le hace obrar de esa manera? Y la intuición, esa manera de saber algo sin recurrir al largo camino del razonamiento lógico, es muy importante, especialmente para la persona que tiene mucho interés y poco tiempo, y así inclinarse por algún candidato que, además, ha de tener en sus manos el destino de su vida por los cinco años del período constitucional. ¿Por qué, entonces, se prohíbe este valioso método de elección de preferencias electorales? ¿Se busca que el voto consigna, manipulado, sea el que nombre a las autoridades? En este caso no hablemos de elección, que por su naturaleza es evaluación previa, es poner en movimiento a la inteligencia y al corazón, es pedir que la libertad personal, informada y consciente, escoja a éste o aquél como la persona más idónea para ejercer la autoridad soberana de un país.

Por otra parte, el TSE busca diferenciar, en este momento de campaña de elecciones, la propaganda entre electoral y de gestión de gobierno, entre aceptable o reprimible. ¿No están previstos por nuestras leyes los discursos-informe que las autoridades deben rendir, periódicamente, al Congreso? ¿En alguna oportunidad los periodistas se han negado a dar amplia difusión a esos discursos? ¿Acaso el Gobierno, en cualquiera de sus niveles, no ha difundido ampliamente la obra realizada en su administración, y necesita hacer propagada de la misma, precisamente en este período? Y lo hace exhibiendo la cara y con la voz de las autoridades-candidatos; en cambio, los candidatos que no están en el Gobierno sí tienen la ineludible obligación de difundir sus propuestas de manera pública, clara, irrestricta para que la gente pueda evaluarlos. De lo contrario, el ciudadano está empujado a votar, pura y simplemente; con lo cual se le impide la elección, esencia de la democracia, y digo que está obligado a votar, porque si no lo hace, no podrá realizar sus actividades cotidianas en bancos, oficinas públicas, etc. ¿Eso es lo que se busca?