Con celeridad inusitada, y a pocos días de las últimas elecciones y faltando aún mucho tiempo para las que elegirán gobernadores y alcaldes, se presenta -especialmente en medios de televisión- comentarios, suposiciones, criterios, acertijos, etc., etc. sobre los posibles gobernadores y alcaldes y, en extremo, se va al caso de quien podría ser Presidente del Estado en el año 2019.
El caso llegó al extremo de que el alcalde paceño se siente obligado a conformar una institución de ciudadanos que pueda “proclamarlo a la alcaldía paceña”. Todo ello lleva mucho tiempo y, entretanto, hay que suponer que los asuntos urgentes de la ciudad queden pendientes. Situación similar ocurre en otras ciudades del país.
Las elecciones del 12 de octubre han dado pautas muy claras a los partidos políticos, incluido el MAS, partido ganador del proceso electoral que reeligió al presidente Morales. Las experiencias dejadas en octubre deben servir a los políticos que han quedado lejos de las metas que buscaban. Esos contendientes que han perdido tienen que examinar las causas y consecuencias de su derrota y no es cuestión de resignarse o quedarse callados sin dar, prácticamente, una explicación a la colectividad que, durante el tiempo de vigencia de sus partidos, han contado con el apoyo de parte de la ciudadanía.
Para las elecciones de gobernadores y alcaldes, falta tiempo; entretanto, si hay el tiempo preciso, deberían preparar informes sobre lo que han realizado hasta el presente año, sobre los fracasos que han tenido y las perspectivas que dejarían de lado por intervenir en el nuevo proceso de elección.
Desde siempre se ha sabido que hay mucho por ordenar tanto en las dependencias prefecturales como en las alcaldías; pero, que se sepa, a ninguna de sus actuales autoridades se le ocurrió, en su momento, levantar o realizar una especie de auditoría de lo que recibía para saber qué se hizo realmente con los presupuestos, cuánto se avanzó a favor de los departamentos y las ciudades; cuántos planes son factibles y que, por diversas razones o causas no fue posible concretar y que, en la realidad, es preciso o necesario hacer realidad.
La “fiebre” que se pretende crear, anticipadamente, con la posible elección de gobernadores y alcaldes, da lugar a pensar que los actuales nada tienen que hacer, que sus despachos están limpios de cuestiones pendientes y que lo único que interesa es el futuro que de todos modos llegará y en su momento debe ser atendido, como campaña, por los partidarios y no comprometer, de hecho, a la actual burocracia que debe trabajar sin pensar en futuras elecciones o en tal o cual candidato en ciernes.
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