Por: José E. Pradel B.
La historiografía actual que estudia la historia de las Relaciones Internacionales de Bolivia, describe que una vez que Chile logró que Bolivia firmará el Tratado de Paz y Amistad, el 20 de octubre de 1904, dirigió sus esfuerzos a la conclusión del problema de Tacna y Arica, que era el único punto pendiente de su Tratado de Paz firmado con el Perú en Ancón, el 20 de octubre de 1883. El articulo III del citado Instrumento Internacional estipulaba un plebiscito para decidir la suerte de Tacna y Arica, a llevarse a cabo de diez años después de la suscripción del Tratado. Pero como el plebiscito no se realizó, el Perú reclamaba la entrega de dichas provincias, mientras que Chile aceptaba sólo la devolución de Tacna a cambio de quedarse con Arica. “Chile y el Perú iniciaron conversaciones en 1908, las que se prolongaron en forma estéril por dos años y llevaron al Perú a suspender sus relaciones con Chile en marzo de 1910” 2.
En ese sentido, el 22 de abril de ese mismo año, el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, Daniel Sánchez Bustamante, dirigió un Memorándum a las cancillerías de Chile y Perú. Sin duda en este documento “el gobierno boliviano ofreció abiertamente las bases de una solución justa e inteligente al problema, demostraba además la vinculación real del puerto de Arica con Bolivia y, finalmente, ofrecía pagar las compensaciones necesarias tanto a Chile como, en especial, el Perú, para obtener la tan ansiada salida soberana al mar por territorio ariqueño” 3.
Sobre el diplomático Daniel Sánchez Bustamante, diversos escritores mencionan que “nació en La Paz, el 10 de abril de 1870 quedando huérfano a los 11 años por la muerte de su padre Juan Sánchez Bustamante. La madre, Mercedes Vás-quez, tuvo por hijo mayor de sus primeras nupcias al notable polígrafo y poeta Vicente Ochoa. Este prócer de nuestras letras sirvió al niño de padre y maestro, abriéndole camino en la vida con su ejem-plo para ser el exponente privilegiado que es en la acción pública, la disciplina forense y la alta cultura nacionales. En 1890 juró la profesión de abogado.
Desde la adolescencia se inició en las faenas publicitarias, siendo alumno predilecto del sabio Agustín Aspiazu. En el apogeo de su ascensión intelectual publicó la revista ‘Bolivia’, que sirvió de templo y hogar a la intelectual descollante de su tiempo. Sus primeras producciones se re-gistraron en un libro de crítica y doctrina: ‘Opiniones y Discursos’. Catedrático, inquietador de mentes y conductor de conciencias publicó dos tratados eruditos de docencia universitaria: ‘Principios de Sociología’ y ‘Principios de Filosofía del Derecho’. Su folletería es profusa, de meditaciones ahincadas y glosando innumerables materias, desde las internacionales como el ensayo sobre ‘El Panamericanis-mo’, políticas como el ‘Programa para el Partido Radical’ entidad política de la que fue uno de los jefes, hasta la investigación y planteamiento científico y administrativo sobre educación y sociología. Su obra magistral ‘Bolivia, su Estructura y sus derechos en el Pacífico’, es un capital caudaloso de lecciones de la historia y de lógica incontrovertible sobre los derechos marítimos de Bolivia para esclarecer la conciencia mundial.
Diputado en 1892, convencional en la Constituyente de 1920, Ministro de Ins-trucción en 1909 y 1931, Ministro de Relaciones Exteriores 1909 a 1910 y 1931, Ministro Plenipotenciario en Chile y en la Argentina 1927 y 1928, fue un singular oráculo de los gobiernos y de la opinión pública, sobre todo en las horas grávidas de la política interna o de los conflictos internacionales. Murió en Buenos Aires, el 5 de agosto de 1933” 4.
Sobre el Memorándum, en esta oportunidad presentamos transcrito de manera extensa, con el objetivo de que su contenido sea estudiado bajo nuevas perspectivas:
MEMORÁNDUM
El Gobierno de Bolivia no puede dejar pasar las presentes circunstancias sin conocer la disposición con el Perú y Chile recibirían una gestión encaminada a solucionar el conflicto relativo a Tacna y Arica.
Estos territorios sólo tienen importancia efectiva por su dependencia geográfica y comercial de Bolivia, al punto que constituyen y constituirán, con las nuevas vías de comunicación en trabajo, una Provincia inseparable de los destinos de este país. Para las naciones signatarias del Pacto de Ancón no revisten sinó un interés que se desprende del sentimiento histórico y de la dignidad nacional.
Chile y el Perú, siguiendo el dictamen de muchos de sus eminentes hombres públicos, deberían dejar de ser colindantes, estableciendo la soberanía territorial de Bolivia en una zona intermedia sobre la costa del Pacífico. No es necesario demostrar la importancia de este hecho trascendental para la política y el equilibrio de las naciones hispano americanas.
Bolivia no puede vivir aislada del mar: ahora y siempre, en la medida de sus fuerzas, hará cuanto le sea posible por llegar á poseer por lo menos un puerto cómodo sobre el Pacífico; y no podrá resignarse jamás a la inacción cada vez que se agite este asunto de Tacna y Arica que compromete las bases mismas de su existencia. Ha seguido, en los últimos años, una conducta de absoluta lealtad a los Pactos que la privaron de su litoral y ha concluido sus cuestiones de fronteras con el Perú, sacrificando mucho de lo que su deber y derecho se lo presentaban como indeclinable, confiada en que algún día los hechos y las altas previsiones impondrían la única solución posible de este grave problema sudamericano: la incorporación definitiva del todo o parte de Tacna y Arica al Alto Perú.
Un Estado soberano no puede renunciar a la posesión, por medios legítimos de una zona de territorios cuya vida y prosperidad dependen del tráfico, del comercio y de la vecindad de aquél, y cuya incorporación al país con el que mantiene tan íntimas conexiones, interesa á su seguridad y afirmaría su existencia soberana y su desarrollo económico. Tal es la doctrina que dentro del derecho humano profesa esta Cancillería y que Bolivia sostendrá con todos los poderes de su voluntad y de su espíritu.
El Gobierno boliviano está muy lejos de buscar dificultades para agregarlas al conflicto. Pero tiene que cumplir un supremo deber haciendo presente con absoluta hidalguía á Chile y al Perú que, en el histórico momento que cruzan estas nacio-nalidades, no puede quedar inerte y desea saber si los dos países que le cierran al Pacífico podrían escuchar proposiciones que provoquen resultados que concilien el interés y la dignidad de los tres pueblos y que afirmen entre ellos la paz, la lealtad y la fraternidad.
Dentro del pensamiento esencial que sería la entrega de un puerto á Bolivia, y como consecuencia directa la desaparición de la vecindad fronteriza entre el Perú y Chile, cabrían múltiples formas de acuerdo con las cuales la diplomacia podría conciliar y sellar para siempre y con vínculos indestructibles, los intereses y las aspiraciones de cada uno de los beligerantes en la guerra del Pacífico.
Bolivia formula, al dar este paso, su derecho inalienable á la vida, dentro de la solidaridad americana y espera que tanto los Gobiernos del Perú y Chile, cuanto las potencias capaces de influir sobre el curso de los grandes destinos de las nacio-nalidades sudamericanas, apreciarán la magnitud, la sinceridad y la honradez de nuestros propósitos, que se fundan en aspiraciones é intereses de tal fuerza que nada podrá anularlos en el presente ni el porvenir.
El Gabinete de La Paz estaría dispuesto á proponer bases y compensaciones satisfactorias á los de Santiago y Lima, siempre que ellos quisieran abrir las gestiones del caso, y que contemplasen la actitud de Bolivia con justiciero espíritu.
La Paz, 22 de abril de 1910
Sobre este citado Memorándum el canciller Sánchez Bustamante, escribió muchos años después: “nuestro deber era presentar hidalgamente el cuadro verídico de muestrea situación en Sudamérica y demostrar que no nos guía la absurda ten-dencia de crecer territorialmente, sino la sana aspiración de salir al océano, con propia soberanía y por las vías que nos impone el organismo geográfico.
¿Qué cosa habría más legítima y lógica que reivindicar el Litoral boliviano? pero aún cuando pudiéramos hacerlo, Arica, siendo como es el puerto natural de Bolivia, y solo de Bolivia, se colocaría, por la fuerza de las cosas, permanentemente como la primera condición de la existencia boliviana.
Silenciar estas previsiones no sería sino servir la causa de la hipocresía. Cuando más sinceros seamos se plan-teará el problema con relieves más fuertes. He ahí por-que la cancillería boliviana formuló el memorándum de 1910 y notificó al Perú y a Chile los puntos de vista de nuestro país” 6. También a-puntó: “el paso dado por la cancillería boliviana en 1910, tiene en los días que cruzamos un valor de mucha significación, por cuanto que sienta un precedente positivo de criterios permanentes, y demuestra ante los Gobiernos que participaran en estas soluciones que Bolivia no ha hecho prescribir sus anhelos y dere-chos en el Pacífico, ni los enciende a última hora y solo en vista de las contingencias abiertas por la Liga de las Nacio- nes”. 7
Este severo pronunciamiento histórico, fue uno de los documentos más hidalgos e importantes que simboliza el sentimiento del pueblo boliviano a inicios del siglo XX, que expresa: ‘que no quiere estar encerrado’, es decir ‘que no quiere estar enclaustrado perpetuamente’.
Pero no fue oído por las naciones de Chile y el Perú, que el 3 de junio de 1929, suscribieron el Tratado de Lima, mediante el cual liquidaron a espaldas de Bolivia, la espinosa cuestión de Tacna y Arica. Que dio como resultado, una solución bipartita con la finalidad de excluir y enclaustrar a Bolivia, mediante un protocolo secreto.
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