Evo y sus difuntos vieneses

Mientras se desarrollaba nuestro humilde diálogo con las almas benditas de nuestros amigos y parientes que llegaron desde el Cielo a lamentar nuestra pobreza, mi reportera Macacha tuvo un “tinkazo” (léase intuición) de que algo imprevisto y sensacional estaba sucediendo y se comunicó inmediatamente con el hangar del avión presidencial, que se encuentra resguardado en Cochabamba, obteniendo la información de que el aparato 001-Bolivia levantaría vuelo dentro de pocos minutos con rumbo a Viena, capital de Austria.

Sabedores de que hacía apenas dos días nuestro Presidente Vitalicio se hallaba en la ciudad del Vaticano, en Roma, cenando con el Pontífice de la Iglesia Católica, a quien obsequió una túnica sacerdotal de alpaca confeccionada por la famosa estilista Liliana Castellanos, para después aconsejar al Papa Francisco que nuestro mundo contemporáneo debería abjurar del lujo y el consumismo, Macacha y yo no alcanzamos a comprender este nuevo viaje del mandatario boliviano a Europa, esta vez a la tierra de los Strauss.

Estrujándose el cerebro, la inteligente cochabambina no pudo comprender la urgencia de este segundo viaje interrumpiendo la celebración del Día de los difuntos que Evo honraba en familia recordando a sus antecesores que nacieron en Orinoca (Oruro).

La más descabellada hipótesis que salió de la mente calenturienta de la buena cochabambinita fue pensar en que Evo podría tener parientes austriacos, con cuyas almas quería compartir algunas horas en Viena.

Pedí a mi imaginativa comadre mayor sensatez para investigar los motivos que indujeron a Evo a viajar hasta Viena interrumpiendo la recordación de nuestras almas benditas.

Efectivamente, Calimán, uno de nuestros amigos yatiris, hombre muy cercano al canciller Choquehuanca (“Choquy”, para sus íntimos), dijo a mi comadritay de Quillacollo que en Viena se celebraba una reunión de los Países en desarrollo sin litoral, a donde Bolivia nunca fue convocada porque tuvo mar, aunque después lo perdimos por obra y gracia de los chilenos, luego de una guerra injusta que nos arrebató nuestras costas y otros territorios. Los países que se reúnen en Viena nunca tuvieron acceso al mar y muchos de éstos son florecientes y ricos y también muy desarrollados, como Suiza, por ejemplo.

Por fin, la meritoria periodista cochala llegó a descubrir el misterio del urgente y silencioso viaje de Evo Morales a Viena, interrumpiendo su diálogo personal con sus almas benditas que seguramente vinieron a saludarle en el Día de difuntos y comer entre todos “guagua-bizcochos” y también “ttanta-guaguas” y otros pastelillos, de todo lo cual Evo se privó en días pasados para viajar sacrificadamente a Viena y degustar la deliciosa pastelería vienesa, en su humilde avioncito que felizmente lo traerá de vuelta.