La población denunció que embarcaciones se quedan varadas a mitad de su recorrido, no existe obligación en el uso de salvavidas ni límite de pasajeros.
No existe control al paso de personas y vehículos por el estrecho de Tiquina, según pudo comprobar EL DIARIO en visita al lugar.
Se constató que las embarcaciones que transportan automóviles no cumplen con las normas ya que permitirían el paso de personas junto a los vehículos a cambio de un pago extra, además, las lanchas que trasladan a la población no reparten ni exigen el uso de chalecos salvavidas.
La cantidad de visitantes que llegaron a Copacabana se triplicó el pasado fin de semana aprovechando el feriado de Todos Santos, factor que generó una permanente circulación de transporte fluvial en el lago Titicaca a diferencia de otros fines de semana, pese a ello no se evidenció ninguna presencia de instancias de control como la Armada o la Policía Boliviana.
Para que dicho transporte logre trasladar pasajeros de un extremo a otro y ante la cantidad de visitantes, los propietarios de las lanchas llenaban sus embarcaciones sin ningún control, con personas que incluso estaban paradas al interior de dicho transporte, como si este se asemejara a un microbús.
Otra de las irregularidades que genera riesgos en la seguridad de las personas que utilizan este transporte, es la total ausencia del uso de chalecos salvavidas, los cuales eran utilizados a iniciativa de cada persona sin que ninguna autoridad obligara a su uso, como establecen las normas de seguridad en vías fluviales.
MOTORES
Asimismo, se constató que algunas embarcaciones presentaban problemas en su motor en el momento de pasar por el estrecho, apagándose éstas en medio de dicha trayectoria, dejando la embarcación a las fuertes corrientes naturales del lago o la posibilidad de que puedan reaccionar dichos motores con la iniciativa del conductor.
“Es el colmo, como es que permiten que este tipo de embarcaciones sigan funcionando y trasladando pasajeros, a esta embarcación se le ha apagado en dos ocasiones el motor y el lanchero todavía pretendía llenar su embarcación como si fuera camión con gente parada y sínicamente decía lleno tengo que salir no puedo salir como ustedes quieren”, denunció Virginia Loza, madre de familia que con una menor en brazos cerraba los ojos cada que el motor de la embarcación se detenía en medio del lago.
Para muchos de los pasajeros, el uso de un chaleco salvavidas se convierte sólo en una ‘molestia’ por el tiempo menor a 10 minutos que representa el trasladarse en dicha embarcación, sin percatarse que este tipo de seguridad puede también mantener con vida a la persona si es que ocurriere algún accidente, pese a que muchos de los chalecos utilizados, sólo son plastoformos desgastados y no responden a las normas de seguridad.
PASAJEROS
Una segunda y también riesgosa irregularidad se evidenció en las embarcaciones que deben trasladar motorizados públicos y privados, las cuales se encuentran en condiciones inadecuadas para garantizar el traslado de transporte liviano y pesado, además, estos vehículos pasan el lago con pasajeros o acompañantes del conductor, aspecto que fue restringido en otras oportunidades cuando se generaba el hundimiento de una embarcación.
Antes de que los vehículos puedan subir a dichas embarcaciones, EL DIARIO constató que no sólo se encontraba el conductor al volante, sino toda la familia o, en el caso de las flotas, pasajeros que prefirieron quedarse al interior del bus, factor que incrementa la inseguridad debido a que en un caso de accidente podrían no ser socorridas a tiempo ante la total ausencia de funcionarios de la Armada Boliviana quienes por norma constitucional deben controlar las vías fluviales.
“Al parecer, su tarea de control que realizaban no sólo fue opacada por los comunarios y el comercio de la región, sino que ahora son como fantasmas que ni en Todos Santos se los ve”, reprochó Juan Quinteros, visitante de la región.
De acuerdo con la opinión de los visitantes de Copacabana, los controles, resguardo y presencia de autoridades en Tiquina y sobre todo en el traslado de visitantes surge sólo cuando ocurre un accidente en alguna embarcación y se informa sobre la pérdida de vidas humanas, porque pese al incremento de turismo interno y externo en dicha localidad, ocasiona que las autoridades llamadas por ley también abandonen sus funciones, dejando sólo la tarea de seguridad y resguardo “a la oración de la gente, la suerte u otro tipo de fetiche”.
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