Pasividad ante el fiasco electoral

El Gobierno está actuando con una pasividad pasmosa con el TSE (Tribunal Supremo Electoral), después del fracaso que tuvo con la organización y desarrollo de las elecciones generales del 12 de octubre. En todas las instancias de su accionar demostró incompetencia y desvaríos para cumplir con la trascendental misión que le encomendó el Órgano Legislativo.

Ante una experiencia que afecta y daña tan profundamente el prestigio nacional, corresponde que el Gobierno disponga el cese de funciones del TSE, inmediatamente después que entregue el Cómputo Oficial de la consulta ciudadana, con la correspondiente Acta de aprobación. Desde el 12 de octubre han transcurrido más de tres semanas y hasta ayer, martes, no logró concluir la tarea.

La reapertura de las urnas en 49 mesas el domingo 19 -45 en Santa Cruz y 5 en Oruro- es prueba fehaciente de la mala organización que tuvo el acto electoral del día 12. Por tanto, la demora en que incurre para concluir el Cómputo Oficial es de exclusiva responsabilidad suya.

La gestión de la Asamblea Legislativa de 2014 no ha sido aún clausurada oficialmente, de modo que dispone del tiempo necesario para elegir a los nuevos integrantes del TSE.

Es inadmisible que los vocales actuales anuncien que se aprestan a realizar la “reingeniería” de ese organismo, a la luz de sus propias falencias. Desde distintos ámbitos públicos, se les pidió que renuncien por elementales conceptos de dignidad y responsabilidad.

Ante la tolerancia que observa el Gobierno y el despropósito de los miembros del TSE de permanecer en funciones, es previsible que la ciudadanía no tolere estas desmesuras. Cuenta con organizaciones representativas de sus intereses y de su voluntad, para impedir que el TSE salga con su desvergüenza, salvo que esté dispuesto a confrontar otro desastre electoral.

Acaso no se toma en cuenta que, cuando un jugador, de cualquier deporte, comete una infracción, el árbitro procede de inmediato a expulsarlo del campo de juego. ¿Por qué en materia de elecciones ciudadanas, que tienen tanta significación en la conducción de los intereses públicos, no se va a proceder de igual forma?

Las autoridades gubernamentales, al no determinar que se elija a nuevos integrantes del TSE, inducen a que los bolivianos lleguen a suponer, más todavía, a que no les quepa duda de que la segunda reelección del actual binomio presidencial ha sido dolosa, porque el TSE actual está subordinado a sus conveniencias y decisiones.

En suma, que existe una colusión, complicidad, en todo lo ocurrido con las elecciones generales del 12 de octubre. Aunque pueda caerse en ingenuidad, es dable y honesto entender que no se produjo semejante aberración.

Empero, al mismo tiempo, llama la atención que el TSE, que seguramente cuenta con el sistema informático apropiado, sea tan inoperante en ejecutar el trabajo que se le encomendó, con eficiencia y pulcritud, en el menor tiempo posible.

Esto último es de imaginar que estuvo en condiciones de hacerlo, pues la presidenta del TSE, Wilma Velasco, sin que nadie se lo pida, anunció que el 70% del escrutinio se lo conocería la noche misma del día 12, y que el resto sería completado en las primeras horas del día siguiente.

En Brasil se realizaron últimamente dos elecciones presidenciales, en primera y segunda vuelta. A su organismo electoral todo le funcionó impecablemente. A las 9 de la noche, de ambos actos, difundió los cómputos oficiales definitivos.

Aparte de que fue un alarde de eficiencia, lo más notable es que el electorado habilitado para acceder a las urnas ascendía a poco más de 140 millones de votantes. En tanto, en Bolivia, con menos de seis millones de electores habilitados, transcurridas tres semanas, no se concluyó aún con el Cómputo Oficial.

En caso de que se argumente que Brasil es ya una potencia, en Uruguay se realizó el domingo 19 de octubre otra elección, igualmente presidencial. Como en Brasil, la noche de ese día se difundió oficialmente el resultado de la consulta ciudadana. La cantidad de electores ciertamente fue menor que la de Bolivia, pero la diferencia se halla en la forma puntual con la que en Uruguay efectuó su trabajo. Es decir, es en la noche del mismo día.

Al margen de anotar que el TSE en Bolivia no hizo la auditoría del Padrón Electoral, en presencia del personal técnico de las cinco candidaturas que participaron en las elecciones, tampoco publicó en medios impresos los detalles que conforman el utilizado en las elecciones. Respecto al Cómputo, se aplazó con característica de escándalo. Se registraron también múltiples anomalías en el proceso de las votaciones, según informes y denuncias provenientes de los 9 departamentos del país.

Por todos estos motivos, el cambio del TSE es imperativo. Aceptar que permanezca en funciones para las elecciones departamentales y municipales, es encubrir sus carencias e incompetencia, a menos que sólo hubiera cumplido órdenes oficiales para articular el proceso electoral a favor del MAS. Tal sería la conclusión inequívoca.

Queda también pendiente conocer las reacciones del electorado y de la población boliviana en general.