Muchos problemas ha enfrentado el país, prácticamente desde su declaración de independencia en 1825, tan sólo por el descuido en el cuidado y preservación de fronteras. Se ha perdido casi la mitad de todo el territorio que conformaba el país al iniciarse su tiempo de libertad e independencia; y, como consecuencia de esas pérdidas, nos hemos visto constreñidos a un territorio sin costa marítima y buena parte de sus extensos y ricos territorios en poder de países vecinos.
Para todos los países del mundo tuvo importancia capital el cuidado y preservación de fronteras, no sólo en pos de preservar la integridad territorial sino para evitar el contrabando de todo tipo de mercadería, un delito que, con fronteras desguarnecidas, tiene paso seguro para el ingreso o la salida desde automotores hasta artículos de toda clase.
Para los países ricos y desarrollados -ejemplo seguido por muchas naciones pertenecientes al Tercer Mundo- la constitución de sus fuerzas armadas ha tenido el objetivo, al margen de cuidar y preservarla de posibles incursiones de quienes quieran arrebatarle territorios o realizar asentamientos humanos clandestinos, de cuidar los cordones fronterizos que los rodea, como medio de preservar la integridad nacional.
En la mayoría de esos países se ha creado núcleos poblacionales con la finalidad de conseguir el desarrollo y progreso partiendo de las fronteras, pero haciéndolo hacia adentro del propio territorio; de este modo han surgido importantes poblaciones que se han convertido en ciudades de relevante importancia y, sobre todo, es la población nacional, asentada en esos sitios, la que se ha encargado de mantener la independencia; evitar que el país sea víctima de ambiciones hegemónicas que surgen en los países que se consideran fuertes económicamente para mantener fuerzas armadas y, además, contar con la capacidad para asaltar las propiedades ajenas en territorios que no son suyos.
Muchos son los casos en los que, por abandono de las fronteras, el país ha sufrido pese a contar con Fuerzas armadas como Ejército, Fuerza Aérea y Fuerza Fluvial y Lacustre; fuerzas que, lamentablemente, se encuentran acantonadas en ciudades o sitios poblados, dejando abandonadas fronteras en las que deberían estar y, en su caso, crear núcleos poblacionales, organizarlos y entregarlos a comunidades civiles con miras al desarrollo.
El falso concepto de que las fuerzas militares deben estar en las ciudades surgió, lamentablemente, por las ambiciones de políticos y militares que, mediante golpes de Estado, se hicieron del poder; esto determinó que muchos presidentes, por lo menos hasta finales del Siglo XIX, transcurran su tiempo reprimiendo y combatiendo, en una u otra ciudad, a ambiciosos que buscaban el poder de la nación. En lo que fue el Siglo XX hasta nuestros días, no hay necesidad de militares en las ciudades, donde nada tienen que hacer y su permanencia debe ser en las fronteras, no sólo para cuidarlas de incursiones extrañas sino para contribuir al desarrollo nacional.
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