Entre cartas, poemas y cuentos
Nocturno a la amada muerta
Nunca podré olvidar aquella noche
en que trémula y pálida
me dijiste con voz que era un sollo-zo:
“Tengo un presentimiento que me mata”.
Era noche de fiesta, en el Casino
las parejas danzaban
y buscando la brisa de los campos,
salimos, en silencio, a la terraza.
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