Religiosamente (excepto una vez) cada cuatro años, luego del fracaso de la selección boliviana de fútbol en los partidos eliminatorios para clasificar al mundial, se inicia –como ya lo indiqué en otros artículos- el sainete para enfrentar la próxima eliminatoria, con el guión de costumbre: la contratación del nuevo director técnico (DT), que adrede se la vuelve polémica y se le da una importancia que no merece, porque nunca ha sido, no es ni será determinante para dicha clasificación. Con escaso y cómodo trabajo el técnico gana bastante dinero y dirigentes y algunos periodistas realizan viajes de placer bien pagados.
Los dirigentes de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), el DT contratado y periodistas deportivos, aunque conscientes de las limitaciones físicas y de formación técnica de nuestros futbolistas, alimentan en la ilusa hinchada boliviana la idea que esta vez sí asistiremos al torneo mundial. Iniciada la eliminatoria con resultados negativos, para mantener el aliento de la hinchada, se aferran a las probabilidades matemáticas, que nunca se dieron. El DT se queja de que los pocos jugadores que vienen del exterior no practicaron el tiempo suficiente, cuando en otras selecciones todos o casi todos los jugadores vienen del exterior, pero como tienen formación táctica no hay quejas por este motivo.
La materia prima para los equipos y selecciones de fútbol son los futbolistas, que deben ser formados desde niños en los aspectos físico, técnico, estratégico, sicológico y disciplinario. Sólo en los países con escuelas de fútbol, directores técnicos bien capacitados, médicos, sicólogos, nutricionistas etc., existen torneos infantiles y juveniles muy competitivos, de donde salen las estrellas que juegan en sus selecciones y en los mejores equipos de Europa, donde ganan mucho dinero. Ni un solo jugador boliviano ha alcanzado este objetivo.
Sólo en 1993 alcanzamos la clasificación porque como nunca tuvimos muchos jugadores de gran calidad, debido entre otros factores a que funcionaban con más ímpetu las academias Tahuichi Aguilera en Santa Cruz y Enrique Happ en Cochabamba que formaron muchos buenos futbolistas. La Tahuichi nos dio grandes satisfacciones en torneos internacionales infanto-juveniles. Xabier Azkargorta que con esa selección alcanzó la clasificación, fracasó estrepitosamente en las eliminatorias para el mundial de 2014, por la sencilla razón de la menor calidad de los futbolistas. En suma, son más importantes los jugadores que el técnico.
La formación de nuestros futbolistas llega a extremos tales, que Alejandro Chumacero luego de los partidos amistosos perdidos en Estados Unidos ante Ecuador y México, todavía bajo la dirección de Azkargorta, indicó que “En el exterior dicen que no servimos ni para sparring” y nadie se inmutó, aceptando el calificativo; por su parte Ronald Raldes dijo que las condiciones en que está el fútbol boliviano son precarias y que el nivel del balompié liguero está lejos del primer mundo futbolístico. Con el DT interino Mauricio Soria la selección perdió con la selección sub-21 de Brasil y empató con Chile en el exterior.
Con todo acierto Milton Melgar puso en claro que la solución del fútbol nacional no pasa por la contratación de un entrenador y que el tema tiene que ver con el trabajo en divisiones menores, infraestructura y desarrollo del fútbol. Sostuvo que la FBF le da demasiada importancia al nombre del entrenador, cuando se debería “enfocar la realidad de nuestro fútbol”. Para Melgar el tema pasa por la creación de torneos de menores, de construcción de escenarios deportivos y de un permanente roce en el nivel internacional. Melgar puntualizó que podría llegar el mejor entrenador del mundo y nada pasaría debido a que falta construir el fútbol nacional.
En dos eliminatorias durante la presidencia de Carlos Chávez en la FBF, la participación de nuestra selección fue estrepitosa y a pesar del rechazo general de la población a su gestión, fue reelegido de manera vergonzosa (01/09/14). Debió darse de inmediato una reestructuración total del fútbol, básicamente dando prioridad absoluta a la creación de escuelas de fútbol, a la formación integral de futbolistas desde tierna edad, a la realización de campeonatos infantiles y juveniles y obligar a los equipos de la Liga a mantener estas divisiones menores.
Como nada de esto se da ni se dará, ya manifesté antes que la FBF debe ser intervenida por el Gobierno, que previamente debe tener listo el plan de reestructuración (el Ministro de Deportes es profundo conocedor del fútbol) y convocar rápidamente a elecciones, para minimizar la sanción de la FIFA de no permitir la participación de equipos o selecciones nacionales en torneos internacionales mientras dure la intervención.
Habiendo un manejo transparente de fondos, seguramente el Estado ayudará económicamente al fútbol, por lo menos mientras dure el proceso de reestructuración. Basta de dirigentes ineptos, camarillas, manejos oscuros y fracasos.
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