Leyendas guerreras:
Los Pilotos Japoneses Suicidas
“Ustedes, ya son Dioses, sin deseos terrenales”, les dijo el V. Almte. Takijro Onishi al primer grupo de pilotos japoneses KAMIKASES “Vientos Divinos”, encabezados por el líder de la Escuadrilla de Caza Tte. Seki, los mismos se lanzaron en mortal picada suicida, hasta estrellarse contra el portaviones CVE-63 de la Marina de los Estados Unidos, que fue hundido en la épica jornada del 25 de octubre de 1944 en el Mar de Coral.
Previo al despegue, Onishi, en tono fuerte y vehemente aclaró: “Pero hay una cosa que deben saber y es que el sacrificio de vuestras vidas, (suicidio) no será en vano”.
“Lamentablemente -prosiguió- no podré comunicarles los resultados, pero yo informaré al trono (Emperador) de vuestras hazañas.”
Recién graduados de la Academia Naval, muy jóvenes (18 - 22 años promedio), los pilotos japoneses en ese momento ingresaban en la galería de los inmortales.
Tras la despedida de amigos y camaradas, los jóvenes pilotos formados al frente de sus cazas: los famosos “Zeros”, escara-pela en círculo rojo con borde blanco (Bandera del Japón), procedieron al cere-monial de despedida: un vaso de licor (sa-ke), su grito guerrero, y se aco-modaron en las carlingas de sus aviones.
Se ajustaron el gorro térmico de cuero, encendido de motores, rodaje por la pista, despegue ante la ovación de sus instructores, ganaron altura, se perdieron entre las nubes y em-prendieron el vuelo a la eterni-dad.
MORDERSE LA LENGUA Y MORIR . . . ?
La noche del 28 de mayo de 1945, el Tte. Yasunori Aoki con su copiloto en un caza biplaza, junto a su escuadrilla se lanzaron en picada contra un destructor norteamericano que navegaba próximo a Okinawa en el Pacífico.
“El Zero” japonés en la final de tiro, sobre el blanco, confrontó una fuerte corriente de aire frontal, le hizo perder velocidad y se precipitó al mar en una espectacular zambullida que fue observada desde la cubierta del navío USA.
Los dos pilotos japoneses, no tenían chalecos salvavidas, claro era una misión suicida, tampoco tuvieron tiempo para accionar el percutor de la bomba de 500 kilos que estaba en la parte ventral del avión de combate que tampoco explotó.
Semi sumergido “el zero” todavía flotaba en medio del oleaje, los marinos del destructor, procedieron al rescate Aoki y su copiloto, previa una revisión fueron introducidos en una sala del buque donde estaban oficiales y soldados prisioneros de guerra.
Fiel a su juramento de kamikase, y fundamentalmente de lealtad a su Patria y su Emperador, el teniente Aoki, buscaba la forma de quitarse la vida, pero no encontraba un objeto como un cuchillo o navaja y cortarse las venas.
Sus instructores le habían sugerido que en caso extremo, podían suicidarse mor-diéndose la lengua (. . .) provocar una he-morragia de sangre. . . (¿) pero no funcionó, Aoki, en su intento se hizo una herida horrible en la boca, además de una inflamación que le puso en dificultades poste-riores y no podía comer ni tomar líquidos.
El frustrado kamikase tenía la esperanza de encontrar algún método, pero no consiguió su propósito, pues era vigilado por sus captores.
Junto a otros prisioneros, solicitó no ser devuelto al Japón, temía caer en desgracia, ser despreciado, humillado, marginado por no cumplir el sagrado juramento de suicidarse en lealtad a su Emperador, su petición fue rechazada.
Finalmente, tras permanecer un año en la isla Sand (Honolulú), fueron repatriados al Japón, donde se les tributó una bienve-nida por familiares y camaradas de armas. Japón, estaba bajo el reordenamiento y administración del General Mac. Arthur.
El Tte. Aoki se reintegró a su familia, en años siguientes sostuvo reuniones con pilotos norteamericanos, recordando la sangrienta Guerra en el Mar de Coral. Era el único kamikase sobreviviente de esta gue-rra en aguas del Pacífico.
OCULTO EN LAS NUBES
El 15 de octubre de 1944, 13 bombarde-ros, 16 aviones de combate de la Armada Imperial del Japón, seguidos de 60 aviones del Ejército, despegaron desde la Base Militar de Filipinas para lanzarse al ataque sobre la formidable Flota de Mar de los Estados Unidos que navegaba a 450 kiló-metros al norte de Manila.
Los radares de los buques USA detectaron la incursión de aviones enemigos, sus cazas rápidamente despegaron neutralizaron el ataque japonés abatiendo a la totalidad de los mismos.
En el fragor del combate aéreo, el C. Almirante Masafumin Arima que iba en el asiento trasero de un escurridizo caza japonés como observador, ordenó al piloto ganar altura y esconderse sobre el colchón de nubes.
Instantes después, el solitario “Zero” ja-ponés salió de las nubes se lanzó en picada impactando en la cubierta del portaviones “Franklin” CV-13, que luego fue objeto de posteriores ataques kamikases, navegando con dificultad en el retorno a su base de Nueva York, donde fue reparado de múltiples daños en su es-tructura, estaba maltrecho y muy averiado.
La temeraria inmolación del C. Almte. Arima y su piloto, fue valorada y enal-tecida por el V. Almte. Onishi, quien tomó el mando del Grupo Aéreo de Caza Japonés en las islas Filipinas.
KAMIKASES: NACE LA LEYENDA
Por entonces, Japón estaba ya perdiendo la guerra, solo disponía de 30 aviones de combate y 24 pilotos.
“Japón está en grave peligro -dijo Onis-hi a sus pilotos- la salvación de nuestro país puede lograrse solo con gran temple con jóvenes como ustedes, por eso en nombre de cincuenta millones de compa-triotas, les pido este sacrificio y rezo por vuestro éxito” fue la exhortación del co-mandante nipón a sus jóvenes pilotos.
Los “KAMIKASES” con sus acciones suicidas se constituyeron en el terror de la flota norteamericana.
Al grito de: Tora... Tora... Tora, los ka-mikazes conducían sus aviones en picada sobre los buques enemigos, eran letales BOMBAS HUMANAS.
Los japoneses son descendientes de una milenaria cultura de Asia, de dinastías, sus antecesores eran guerreros adoctrinados para pelear, luchar y morir por el Empera-dor.
Basta recordar a los “SAMURAI”, hom-bres diestros para manejar y cercenar con sus filosas espadas las cabezas de sus ene-migos, por consiguiente, los jóvenes pilo-tos japoneses de combate, fieles a esa tra-dición no dudaron un solo minuto para cumplir las misiones impartidas por sus mandos militares y atacar al enemigo a costa de sus propias vidas, se auto consi-deraban los elegidos “VIENTOS DIVI-NOS”.
MORTIFEROS ATAQUES
Desde el primer ataque aéreo japonés el 25 de octubre de 1944, hasta el 5 de enero de 1945, las escuadrillas “kamikases” suicidas que operaron desde la isla de Fili-pinas, enviaron al fondo del mar a 2 por-taviones, 3 destructores, fueron averiados, 13 portaviones, 5 acorazados, 9 cruceros y 23 destructores, además de otros buques de diferente porte.
Los ataques de los kamikases fueron constantes a la flota estadounidense, el 5 de enero de 1945, se lanzaron en forma simultánea y en sucesivas oleadas desde las 14, 00 hasta pasadas las l7,30.
De pronto salían de las nubes, como fle-chas en picada, en medio de un ruido atronador de los motores de los “Zeros” y traían colgando en sus ventrales bombas pesadas.
Todos los cañones y piezas de artillería, disparaban frenéticamente apuntando en un tableteo ensordecedor contra la máqui-na que se venía en forma inexorable sobre los buques norteamericanos, eran momen-tos dramáticos con pérdidas humanas de-bido a la explosión de las bombas envuel-tos en fuego los navíos se sumergían en el mar.
El alto mando militar del Japón, centra-lizó las hordas de ataque aéreo en tres pun-tos estratégicos, tratando de frenar el avance de la flota de mar enemigo, sus de-fensas, estaban en las islas Filipinas (Golfo de Linga-yen), luego en Okinawa y un área intermedia en la isla de Ulithi, esta última, base de mantenimiento y reparación naval, donde se concentraron 25 aviones el 11 de marzo de 1945.
LLOROSOS Y EBRIOS
A inicios de 1945, habían pocos pilotos entrenados del Ejército Japonés, si bien al-gunos se ofrecian volunta-rios para las misiones “Suici-das”, estos en el ceremonial de despedida, se excedían en los vasos de aguardiente (sa-ke), borrachos, lloraban, in-clusive, se salían de sus avio-nes, se negaban a volar, ya no había el coraje, temple de los primeros “kamikases”.
El último ataque aéreo “kamikase” se produjo el 15 de agosto de 1945, el V. Almte. Matome Ugaki, organizó la salida de un grupo de 11 bombarderos y 22 pilo-tos que volaron a Okinawa.
Sobre esta misión existe un velo de mis-terio, presuntamente se estrellaron, pero nunca se supo donde (¿...?) su objetivo era acompañar simbólicamente a los héroes que habían partido a la inmortalidad, en esa jornada se suscribía el Acta de Rendi-ción del Japón.
Los mortales ataques aéreos ”kamika-ses” provocaron más de 10.000 muertos, además de 36.000 heridos en el Ejército, Fuerza Aérea y Armada de los Estados Unidos, el Mar de Coral fue la tumba de buques, aviones y soldados de ambos ban-dos que se enfrentaron en esa guerra.
Para las nuevas generaciones, resulta hasta inverosímil y exagerado el gesto de los pilotos japoneses de sacrificar sus vidas por la causa del Emperador, sin embargo, los KAMIKASES, demostraron valor para enfrentar la muerte y pasaron como una inmortal leyenda guerrera del pasado siglo.
(Antenor Fernández Yañez,
Cel. 73041229).
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