La proclividad al arte

Bolivia genera en todas las generaciones extraordinarios escritores, poetas, pintores, escultores, dramaturgos y otros que, como común denominador, no recibieron, salvo excepciones, el apoyo y la requerida orientación académica del Estado. Tal deformación origina el surgimiento de formidables autodidactas; grado que requiere una activa intuición que se entrelaza con la sensibilidad del artista, entendiendo que la intuición, en su sentido estricto, es la visión directa, espiritual de algo individual existente que se muestra en el artista de modo inmediato y concreto, sin intervención de otros conocimientos. De esa forma, el artista autodidacta posee una intuición sensorial e intelectual, cuyos productos artísticos, como consecuencia de esta simbiosis, son muy destacables.

En el presente análisis, concurren ampliamente estas características y potencialidades en el artista nacional Jorge Alcoreza, que inclina la fortaleza de su espíritu creador al arte desde los 14 años; punto de inflexión que determina su vida y comienza produciendo dibujos e interpretaciones personales de cuadros relevantes, con admirable perfección y singular acabado.

Esta actividad cultivada por varios años exige a su intuición un conocimiento casi perfecto de la anatomía humana, que con el ejercicio diario logra dominar para aplicarla en sus cuadros, en los cuales se aprecia inequívocamente la perfección del cuerpo humano en las diversas interpretaciones que presenta el artista. Esta fase lo obliga a la pintura de caballete, que le provee otra visión de los objetos que transforma en cuadros, como imágenes intuitivas subjetivas producidas por su fantasía y generosa claridad plástica.

Jorge Alcoreza y su inquieto espíritu creador, que rebasa una sola especialidad, incursiona luego en la pintura muralista, arte difícil por las exigencias de dominio de la perspectiva y las dimensiones para producir el efecto deseado en el observador. Logra crear murales interiores y exteriores que generan reflexión profunda en el observador, pues los temas y las formas de representarlas motivan la interpretación del mensaje inmanente. Esta característica de Jorge Alcoreza consigue que sus murales asuman la inherencia del símbolo que eterniza una obra en el transcurso del tiempo.

En la escultura descubre otra veta creativa de su intensa búsqueda de la realización objetiva de su inextricable fantasía, que le impele a introducir todo su conocimiento para hacer que lo que no existe, exista. Con sus logradas esculturas se podría constituir sin dificultad una adicional gliptoteca tan necesaria para nuestra bella y maravillosa ciudad.

El autor es Abogado Corporativo, Presidente de la Sociedad de Escritores de Bolivia (SODESBO).