Dakarmanía reelectoral

La mega millonaria competencia absorbe y reencandila al país. “Hambre de gloria”, la llaman sus intrépidos protagonistas.

La antología recuerda que esta prueba no es la primera en pisar suelo boliviano. En mayo/1970, gobierno Ovando Candia, el Rally Londres-México D.F., patrocinado por el diario “The Mirror”, consagró internacionalmente a los pilotos compatriotas William Bendeck, Dieter Hubner y Jorge Burgoa, quienes llegaron airosos a la capital azteca. Antes, el 24 octubre 1948, presidencia del Dr. Enrique Hertzog, nuestro altiplano fue plataforma de la carrera automovilística Buenos Aires-Caracas. El gran piloto potosino “Hermo” Orihuela, rubricó magistral actuación. En las tres ocasiones, la benemérita Villazón fue portal de ingreso a Bolivia. Exentas de exagerada resonancia política, entonces primó la moderación.

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En 2012 había arrancado el Dakar en octubre/14, recolocaría al tetra ganador. Entonces, el árbitro electoral guiñó el ojo y largó al as del volante gubernamental. En su polvorosa ventaja hacia el 2020, madrugador fundió las bielas a corredores de “oposición”, encunetándolos en el sinuoso camino hacia el poder. En términos del fútbol, goleada electoral, un Alemania-Brasil.

Hoy la derecha “vende patria” a la deriva, con cilindrada obsoleta y al parecer en premoriencia, resistiéndose a abandonar su “performance” impero-colonialista, así y todo lubrifica al gobierno, a sus burguesías festivas.

A los “movimientos sociales” o marejadas hegemónicas en auge neoliberal. En la alianza más estratégica Siglo 21, la izquierda y esa misma derecha, okey en la pasarela capitalista. La Central Obrera luce “look” empresarial haciéndole juego al DS 21.060. Abdicó al combatiente papel reivindicador. Adiós al proletariado histórico, a sus mártires, a Marx, Lenin y Lechín…

Embarrancada la “caballerosidad” deportiva, pilotos pechoños y reincidentes, fueron objetados o endiosados, según la ambigüedad del soberano. Éste, voluble y tornadizo cuando así le conviene y, aunque no mueve un pelo para enmendarse a sí mismo, ratificará en marzo al bólido Fórmula 2025, esponsorado por gobernaciones/municipios y “hermanos tuercas”.

El régimen “buena gente” en épocas comiciales, de antemano desenvainó su tri reelección. (El saliente presidente uruguayo “Pepe” Mujica, dijo al New York Times “los gobiernos reelectos son monárquicos”. El Deber 07/01/13). (“El Uruguay vuelve a ser la Suiza de América Latina”. EL DIARIO 29/12/12).

Con empleo de anzuelos reelectorales, si bien impactantes como el Dakar en sí mismo, los teleféricos, estación repetidora espacial, cumbres “integradoras”-turísticas, múltiples canchas para un abúlico fútbol boliviano, “highways” de 4 vías, triple aguinaldo 2014, entre obras, oropeles, apariencias con artificios políticos y precios estratosféricos, la escudería oficial se lleva por delante a la democracia.

El derecho a la alternancia constitucional en el poder, por aquello de que un período ya fue demasiado, es atropellado por exceso de velocidad prorrogadora.

El país debe consolidar su compactación social, beneficiar el desarrollo integral, encarrilar su liberación económica y el despegue industrial, postulados añejos aún entelarañados. Sociedad sin apuro derrape seguro.

En verdad, hubo aciertos en la “década áurea” capitalizables por el régimen. No obstante la inicial y favorable predisposición cuasi nacional, recia entonces para ensayar cambios históricos con realizaciones convencedoras y resultados que bien pudieran ser formidables, la oportunidad para destrancar al sufrido avance del país y reensamblar su carrocería, empero adolece de ignición y carburación.

El Dakar con prioridad según decreto supremo, desde el espectacular Salar de Uyuni, es aprovechado para proyectar un espejismo de esplendor nacional, mientras la revoltura general (todos pretenden ser candidatos a todo), el desamparo humanitario (los bebés mártires Alexander y Martín), la dilapidación fiscal, la desestructuración social, el recelo colectivo y la profusa crónica roja caen en saco roto.

La “oposición” se opone a permanecer fuera del poder. Ágilmente se colgó al carro ganador. Inepta para aunar diversas sensibilidades de los bolivianos, hace la vista gorda a su corresponsabilidad del 12 de octubre, cohonestando los baches, zanjas, promontorios, pedregones, curvas cerradas, improvisación de rutas, trampas y peligros múltiples por falta de asfalto (moral política) y estabilidad de comportamiento (idoneidad ideológica). Los estamentos sensatos no vislumbran “coche a la vista” hacia una meta auspiciosa. Con tales “estrellas”, el “rally” comicial no garantiza horizonte alguno.

Repeliéndose y colisionando para luego fagocitarse entre sí, ciertos pilotos recibieron el castigo de los electores. Sus máquinas “todo terreno” (siempre oportunistas) no arribaron a la meta palaciega. Con la mecánica aflojada, baterías agotadas, odómetros descalibrados e incombustible convencedor, agotamiento aditivo, constante acidificación –entre otras cosas- aparcarán un quinquenio sin bocina ni voto en los “boxes” del legislativo. “Igualito nomás” percibirán dietas pagadas por el TGE.

Con acelerador a fondo, el día 22 será reinstalado el puntero absoluto.

Tras el “racing” del 29 de marzo -crónica de otro capricho anunciado- ¿el país abollado seguirá patinando en el “jaboncillo” del camino “calamina”?...