EL CARNAVAL DE ORURO

Señor Director:

Los que somos parte de la numerosa comunidad orureña que radica lejos de su terruño nos tenemos que contentar viendo nuestro hermoso carnaval por las pantallas de la televisión.

El pasado año fue muy triste para nuestra fiesta carnavalera, pues en plena “entrada”, cuando el fastuoso antruejo se hallaba en su apogeo -eran las cuatro de la tarde- en una avenida de mayor concurrencia se precipitó al suelo una pasarela aérea repleta de gente, que desde cierta altura fue a caer sobre músicos y bailarines que en ese aciago momento hacían su paso por aquel lugar. En la pantalla televisiva contemplamos azorados el tendal de cuerpos en el suelo y el alboroto espantado de la multitud.

El saldo fue de muertos y heridos y, naturalmente, para el mundo entero la prensa describía la visión indeleble de un accidente sangriento, ocurrido en el carnaval de Oruro-Bolivia.

La impresión fue tan impactante que incluso el Sumo Pontífice tuvo unas palabras de alivio para las víctimas; en un titular de prensa se leía: “El Papa Francisco se une al dolor de la tragedia”.

Hoy nos encontramos en los umbrales de una nueva versión de esta joya folclórica que es considerada como “Patrimonio Cultural e Intangible de la Humanidad” y nos preguntamos: ¿los mismos del año pasado organizarán el carnaval de 2015?

¡Ojalá que no!, pues de persistir las improvisaciones incluso se corre el riesgo de ir perdiendo terreno ante un vecino país, cuyas expresiones folclóricas son parecidas a nuestro acervo cultural y ellos actualmente tramitan su reconocimiento ante los organismos pertinentes, gracias a un administración eficiente.

El pueblo orureño ha debido preocuparse, para que esas negligencias no vuelvan a repetirse y los encargados de su organización en todos sus niveles, sean personas suficientemente responsables y mentalizadas, que sepan que tienen en sus manos un evento que tiene extraordinarios méritos por su magnificencia y colorido, reconocidos en el mundo entero, fruto de decenas de año de experiencia y trabajo tesonero de buenos dirigentes y que ahora concita la atracción de miles de turistas que llegan a esta ciudad y pagan por disfrutar de un espectáculo único y garantizado.

Para concluir: los espectáculos de real importancia y vistosos, como ocurre en el deporte, se los difunde internacionalmente y deben redituar utilidades importantes.

Si a estos ingresos, además, les añadimos la avalancha de turistas, indudablemente se trata de una empresa que debe merecer un control fiscal minucioso, cuyo balance final de utilidades debe beneficiar también al anfitrión de este mega evento: la ciudad de Oruro.

Reynaldo Vásquez G.

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