¡Milagro, milagro!

Estoy convencido de que soy un ciudadano más de esta “Bolivia Mágica” descubierta por mi inolvidable amigo Hugo Boero, natural de Cochabamba, y es por ello que no me sorprenden los milagros, ni los hechos inverosímiles, como la desaparición de personas notables al conjuro de unas palabras o fórmulas cabalísticas.

Hecha esa declaración previa, no sufrí un soponcio hace unos días cuando solicité a mi colaboradora periodística una relación verídica y ordenada de los hechos protagonizados por el ciudadano peruano Martín Belaunde, quien apareció y desapareció de Bolivia, siendo un ciudadano notable, encontrándome con la respuesta admirativa y enigmática de “¡Milagro! Aquí y ante nuestros ojos ha sucedido un ¡milagro!” y Macacha se desmayó en mis brazos.

Le di a sorber unas sales aromáticas y le di a beber un mate de toronjil, aprovechando la ocasión para darle unas fricciones en las partes pudorosas de su corpada hasta conseguir su retorno a la vida consciente.

Hablando con alguna dificultad, la cholita cochabambina me explicó que ella y nosotros todos somos testigos de un hecho milagroso realizado por Jesús del Gran Poder, a raíz del cual un notable ciudadano peruano, como es el señor Belaunde, busca refugio en nuestro país y nuestras autoridades se lo niegan, concediéndole solamente arresto domiciliario vigilado por la eficiente y brava Policía Boliviana.

Es en esos momentos -dice mi comadre Macacha- que aparece la venerada figura del milagroso Jesús del Gran Poder, quien duerme a los custodios del peruano y aquél logró escapar de sus guardianes y trasladarse al exterior, hecho que deriva en la renuncia del ministro de Gobierno, señor Hugo Moldiz y su reemplazo inmediato por el Dr. Carlos Romero Bonifaz, quien designa nuevas autoridades policiales.

Casi extenuada por el largo relato anterior, mi conmovida reportera reiteró y confirmó la intervención de poderes espirituales extraordinarios en estos sucesos y me dijo: “Es la intervención de Jesús del Gran Poder para demostrarnos a los bolivianos y al mundo que Dios mueve los hilos de la Historia y que todos los gobernantes del mundo son apenas marionetas que andan movidas por un ser todopoderoso”.

Me admiró la conclusión teológica de la Historia expuesta por una cholita nacida en Quillacollo y así se lo manifesté, por lo cual agradeció. De repente descendió de esas alturas y volvió a ser la cholita de siempre, tal vez consecuente con ese viejo principio que adoptaron mis antepasados y que dice: “Cholíbidis nunca bonus y si bonus nunca perfectus, perque cholíbidis semper cholíbidis”. Macacha me invitó a seguir ensayando nuestros nuevos pasos de “La Morenada” pues muy pronto protagonizaremos la “Entrada” de Jesús del Gran Poder, lo cual ambos le prometimos hace unos días antes del milagro Belaunde y del ministro Carlos Romero, ambos favorecidos con el milagro percibido por mi comadre Macacha.