Ante situaciones de crisis como la que vivimos, es preciso que sean creadas condiciones para captar inversiones de capital financiero, tecnológico y humano. Si bien el empresariado boliviano hizo anuncios sobre posibles inversiones superiores a los 1.500 millones de dólares, no puede dejar de estar atento al clima que sea creado para concretar esas intenciones.
Hay necesidad de aprobar el reglamento a la Ley de Inversiones. No hay explicación alguna por los retrasos que sufre la redacción y aprobación de esa disposición, sin cuya vigencia es difícil que efectivamente existan garantías jurídicas para que el capital extranjero pueda confiar en el país y, aunque hay mucho optimismo en el empresariado boliviano, innegablemente tiene que albergar temores por la ausencia de un estado que permita confianza plena.
La verdad es que, hasta ahora, inversiones de importancia sólo radican en el sector financiero -banca especialmente- porque hay certeza de que la banca jamás pierde y cualquier inversión en ampliar sus operaciones, automáticamente está garantizada por el mismo público que recurre a la banca en pos de créditos y realiza muchas operaciones.
El Gobierno ha reiterado muchas veces su intención de respetar y apoyar la inversión de capitales en nuestro país y, además, es consciente de que sin contar con el aporte de los inversionistas, es imposible crear riqueza, promover el empleo y diversificar la economía. Las condiciones de crisis que ha creado el menor precio del gas que es el rubro que más divisas reporta a las arcas nacionales, tiene la posibilidad de disminuir más por las políticas adoptadas por los países productores.
Crear climas aptos para las inversiones implica que la industria que trabaja con parte de sus instalaciones pueda mejorarlas, modernizar sus equipos y maquinaria y producir más cantidad y mejor calidad de sus productos; importa, por otro lado, que las fuentes de producción que se han cerrado puedan adquirir nuevos impulsos sabiendo que lo que haga cuenta con el respaldo de un estado jurídico que de confianza y seguridades para el trabajo.
Por otra parte, es importante que se reprima el accionar de quienes tienen afición por lo ajeno, cual es el caso de asaltantes de propiedades que hasta con algún grado de impunidad se aprovechan de fundos agrícolas, ganado y propiedades, especialmente en la región oriental, sin que haya acciones punitivas contra ellos; mientras no se ponga coto a la acción de asaltantes que actúan impunemente, será difícil que haya confianza en los posibles inversionistas. Esto implica que crear un clima favorable no es sólo garantía para los que poseen capitales financieros sino para quienes ya están asentados en el país, trabajan y producen, pero con inseguridades peligrosas y que sientan precedentes graves en contra del Estado y del propio gobierno.
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