Todos al Desaguadero

La entrega al Perú del prófugo Martín Belaúnde Lossio, un peruano cuyos pecados verdaderos no se conocen todavía, aunque se sospechan, fue algo sobredimensionada. La delegación boliviana resultó excesiva: estuvo el presidente, el vicepresidente, el ministro de Gobierno, el de Defensa, el Canciller: la mitad del gabinete.

Habían olvidado todos que en 2007, el gobierno boliviano tuvo otro descuido: dejó escapar a los asesinos de Cecilia, la hija del expresidente paraguayo Raúl Cubas. Entonces, los asesinos, que habían llegado como refugiados, pudieron huir hacia Venezuela sin problema.

Esta vez, hubiera bastado el jefe de la policía boliviana, pues del otro lado sólo estuvo un policía peruano cuya cara de policía era difícil de confundir, pero alguien decidió que todo el gobierno boliviano estuviera presente.

El gobernador electo de La Paz, Félix Patzi, no pudo ser hallado para engrosar la delegación boliviana, porque estaba en Ayo Ayo recibiendo el legado espiritual de Túpac Katari, que debe permitirle disputar la presidencia en las elecciones 2019 al heredero de Evo Morales, como dice la constitución.

La Miss Santa Cruz tampoco pudo estar presente en la entrega del preso y el cardenal Julio Terrazas se habría excusado ante el gobierno, por razones de salud. Los miembros del TSE no pudieron porque estaban en pleno desbande por los errores que cometieron en octubre y marzo, aunque los resultados de esas elecciones se consideren legítimos.

La Federación Boliviana de Fútbol no fue convocada, pero se sospecha que no hubiera podido asistir porque se encontraba enfrentando las secuelas del escándalo de corrupción que afecta a toda la FIFA desde que el FBI de Estados Unidos decidió tomar cartas en el asunto, como se dice. Y había un escalofrío que sacudía a todo el gobierno boliviano por lo que pudiera hacer luego el FBI. ¡La corrupción no prescribe ni tiene fronteras!

Mientras el gobierno en pleno estaba en el Desaguadero, el departamento de Potosí estaba cumpliendo un paro de protesta, la gobernación de Tarija estaba sacudida por la fuga de los funcionarios masistas. Los derrotados de marzo estaban prófugos.

Pero el presidente Evo Morales quería estar allí. No hay foto en la que no quiera aparecer.

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