Las autoridades económicas del Gobierno se jactan de un buen manejo de la economía; señalan, muy optimistas, porcentajes altos de crecimiento y anuncian, por otro lado, importantes inversiones del sector público en empresas productivas; sin embargo, cometen el grave error de utilizar parte de las reservas monetarias para apoyar a empresas como YPFB, Comibol, Entel, ENDE y otras. En la gestión pasada, el Banco Central canalizó diez y seis mil trescientos millones a las empresas públicas.
Se proyecta, para este año, el desembolso de once mil millones de bolivianos. Por otro lado, el Banco Central habría puesto “a disposición para financiar a empresas públicas casi el 40 por ciento de las reservas internacionales, monto muy cercano al Producto Interno Bruto que llega a $us. 32 mil millones”.
Esta forma casi festinatoria de disponer de las reservas monetarias del país es totalmente contraproducente y es el Fondo Monetario Internacional el que ha observado estas políticas negativas porque implican un riesgo muy serio para la estabilidad macroeconómica del país. El Presidente de la República indicó, ante la observación del FMI, que “no intervenga” en las políticas económicas; pero, por otro lado, el Gobierno utiliza las estimaciones y sugerencias del FMI y de otros organismos internacionales para explicar la situación económica nacional.
Las reservas monetarias internacionales son patrimonio que asegura la estabilidad macroeconómica; muestra, por otro lado, una especie de garantía a las inversiones que pudiesen hacerse en el país; señala, por otra parte, que los recursos destinados al sector pasivo, están asegurados con esas reservas; en fin, hay muchas razones por las que no debería utilizarse lo que es patrimonio de todos los bolivianos.
Las reservas, al 20 de febrero pasado, estaban en 15.175 millones de dólares; si se resta nuevos montos para “sostener empresas estatales”, se corre el riesgo de que haya costumbre de utilizarlas sin medida ni previsión de ninguna clase. Si hay gastos que hacer en el sector público estratégico, deben utilizarse medios financieros corrientes del Estado que, se supone, son altos y sobrepasan en mucho a los cálculos originales que dieron lugar a los presupuestos de la presente gestión. Hay montos destinados a la inversión pública que deben ser utilizados y, finalmente, hay reservas de presupuestos no utilizados por gobernaciones y alcaldías en gestiones pasadas.
No es conveniente, por ningún motivo o razón alguna, utilizar las reservas monetarias, especialmente cuando se toma conciencia de la excesiva deuda interna que tiene el país y que, de todos modos, debe ser cancelada con el tiempo conjuntamente la deuda externa. Ser previsores, precavidos y prudentes en el uso del dinero, es sabio, lo contrario, es imprudencia irresponsable.
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