Innegablemente, los bolivianos estamos acostumbrados a creer en cuentos chinos. Con sirvergüenzura que pasma, muchos políticos nos han hecho creer en todo; han insinuado que todo es posible y que no es cuento o utopía aquello de “Aladino y la lámpara maravillosa” que, sólo para la ingenuidad e inocencia de muchos, puede ser evidente.
Así, en el colmo de la corrupción y las malas formas de administración de un país, hace varios años se anunció la compra de “16 barcazas chinas y dos remolcadores para el tráfico de mercadería de importación y exportación en la hidrovía Paraguay-Paraná”.
Por su “excelente” honestidad y capacidad de gestión, la Empresa Naviera Boliviana (Enabol), gerentada por un almirante de la Fuerza Fluvial y Lacustre, decidió pagar, por adelantado, la suma de 28.9 millones de dólares a una compañía coreana, Seak Byk Duck, Sociedad Accidental que se creó en Bolivia con fecha 4 de noviembre de 2009 con la ridícula suma de Bs. 160.000 como patrimonio de apertura. Esa empresa, junto a otras tres también coreanas, no contaban con el Registro de Comercio que, en todo caso, se exige a cualquier empresa boliviana por pequeña que sea.
El gerente de Enabol, almirante de la Fuerza Fluvial y Lacustre, Freddy Ballesteros, se prestó a montar el monumental fraude con el pago inicial de casi 30 millones de dólares. Para disponer de tal cantidad de dinero que, tal vez salió del propio Banco Central, ¿había las autorizaciones de autoridades del Gobierno? Ballesteros, viajó, con una frondosa comisión, al puerto chino de Weihal, donde firmó el Protocolo de Entrega y Recepción de barcazas y remolcadores en febrero de 2011, estando él en La Paz, hecho que implicó, además, dejar sin efecto una Boleta de Garantía de 14.400.000 dólares que estaba en poder del Banco Central.
Pasó el tiempo, se avisó sobre “pérdidas de las barcazas”. Finalmente, aparecieron en un depósito chino que, por concepto de “gastos de almacenaje” exige el pago de varios millones de dólares. Al respecto, el Ministro de Defensa, inoperante, dijo que las barcazas “estaban ya en mal estado y que no valdría la pena recuperarlas”. Pero, siempre ingenuo, al día siguiente dijo que “está viajando a la China una delegación de abogados y dirigentes del partido de gobierno, para iniciar acciones contra los estafadores”. Y, como corolario final, el Vicepresidente dijo que “no se gastará un dólar para este efecto”; es decir, recuperar las barcazas.
Así los hechos, es todo un “cuento chino” que, parece, no tendrá fin o, si lo tiene, será perdiendo algo más de 40 millones de dólares al margen de gastos en viajes de frondosas delegaciones que nada hicieron. Sería bueno, muy bueno, que el Gobierno haga algo y haga valer las excelentes relaciones existentes con China Popular y con Corea; de otro modo, querrá decir que “todo está bien para el hablar diplomático”, así sea en perjuicio boliviano.
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