Mauricio Mamani Pocoaca
Hoy se habla de la igualdad de género, algo humanamente imposible; las mujeres como los hombres, tanto en las sociedades primitivas como en las complejas, tenían y tienen funciones específicas y complementarias, con el propósito de lograr una convivencia social como seres humanos al cuidado de la unidad familiar. Con el cambio, como no ocurría en el pasado, en especial en el altiplano y en los valles, la juventud femenina de hoy ha iniciado el abandono del hogar en sus comunidades. Lamentablemente, para nadie es extraña la migración campo - ciudad, que está de moda y el hogar campesino se queda bajo la responsabilidad de personas de la tercera edad, con su pequeña ganadería y algunos cultivos para su subsistencia.
El sufrimiento para ellos no es tradicional, la desaparición de la mano de obra en su comunidad es una nueva realidad. La agricultura, como la ganadería, requiere la participación de la familia nuclear; en el pasado los hijos e hijas eran tan necesarios y eran los inmediatos colaboradores.
El Estado Plurinacional como nunca antes lanzó varios decretos, supuestamente con Ley Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia; como consecuencia de ello existen múltiples problemas en las familias rural-urbanas, lo que significa, al parecer, la destrucción del hogar de la familia boliviana. La prensa oral y escrita constantemente anuncia actos de violencia familiar y feminicidios por causa de celos, alcohol y drogas. Al respecto las organizaciones de mujeres exigen justicia por estos hechos.
La convivencia en las sociedades urbanas en relación con el área rural defiere un poco. En las ciudades, las separaciones, el divorcio, son como consecuencia de razones económicas, falta de trabajo y por ciertos caprichos de la mujer porque se siente amparada por la ley; ahí viene la violencia familiar y finalmente los sufrimientos de los niños. En el área rural en el pasado era totalmente prohibida una separación y no se conocía el divorcio, sin embargo, en estos últimos años con el abandono del hogar no se sabe lo que ocurrirá en el futuro. Sin embargo, estas novedades en el área rural son inéditas, están fuera de las normas tradicionales de la comunidad. A continuación explicaremos el cambio de actitud en la mujer campesina en el ámbito familiar.
La nueva familia en una comunidad obedecía las normas de la tradición ancestral, el matrimonio siempre había sido lo más sagrado. Inmediatamente después del casamiento, la buena marcha del nuevo hogar quedaba bajo el control de los padrinos y a la vez había control de la misma comunidad. La separación era totalmente prohibida, sólo la muerte podría separar. El divorcio en el área rural era totalmente desconocido. A la mujer se consideraba y aún se considera como la llave de la vivienda, administradora del hogar, madre de todos. Siempre se dice que la mujer es la propietaria de todos los bienes existentes en la casa, los ganados vacunos, ovinos, porcinos y los rumiantes menores. Aunque teóricamente todos los bienes son de propiedad de la familia.
Hoy los medios de comunicación llegan a los últimos rincones del territorio nacional, ellas siempre están al tanto con las noticias, tienen mayores posibilidades de escuchar noticias y ver televisión. Estas noticias han cambiado la mentalidad de la mujer, al menos cuando escuchan que una mujer de pollera ha sido embajadora en Ecuador, candidata a la Gobernación del Departamento de La Paz, diputada y hasta ministra. Estas informaciones desde el Gobierno Central promovieron en el sector femenino las ambiciones de ser algo en su vida, el deseo para un mejor futuro ha crecido, hoy la visión de ellas es incursionar en la política.
Las jóvenes de hoy en las comunidades del altiplano como de los valles están totalmente convencidas de que vivir en sus comunidades al cuidado de su ganado, cultivando la tierra, es perder el tiempo y someterse voluntariamente a la eterna pobreza. En cambio, dedicarse a la política, según ellas, es mucho mejor, pensando que es fácil ser miembro de la organización Bartolina Sisa y “vivir bien” con el Fondo Indígena.
Además el INRA ha colaborado a la desestructuración del hogar con el “saneamiento de tierras”. En las comunidades originarias sometidas al proceso agrario, antes era raro que los títulos sean a nombre de la mujer y ahora un 46% está a nombre de ellas; en el momento del proceso agrario el esposo estaba fuera del hogar, trabajando de albañil en los centros poblados o de viaje. A su retorno el esposo se informa que el título estaba solamente a nombre de su esposa y decía “adjudicación”. La molestia silenciosa es casi general en los valles como en el altiplano; este hecho originó el odio a la esposa.
Según ellos, el Gobierno les quitó la tierra que heredaron de sus antepasados y luego la adjudicó en minifundio improductivo a la esposa, razón por la que acusan al Presidente de ser el Melgarejo de este siglo. Por esta realidad, el hombre perdió el cariño a la tierra y puede abandonarla porque no está a su nombre y tranquilamente migrar a cualquier país vecino, Argentina, Brasil o a España como ya ocurre en la actualidad.
Si esa es nuestra realidad ¿qué será de nuestro querido país en el futuro? Realmente es preocupante. La madre tierra que heredamos de nuestros antepasados en el futuro seguramente estará en manos de los avasalladores con fines comerciales. La tierra ya no será de quien la trabaja. Entonces no habrá producción agropecuaria - ecológica como en el pasado. El mundo campesino está en vías de destrucción porque un corderito caprichoso está conduciendo al rebaño hacia el matadero.
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