Caen los ingresos y acaba la bonanza económica

Toda crisis económica implica la presencia de consecuencias muy graves, tanto porque resulta imposible prever el tamaño de ella como por la no siempre previsión antelada de todo lo que pudiese ocurrir y, además, la casi permanente ausencia de recursos para enfrentarla. Esto es, seguramente, lo que ocurre con la economía mundial en los últimos años y que ha determinado serios problemas, especialmente para los países más pobres, subdesarrollados y dependientes, como son los del Cuarto y Tercer Mundo.

La situación que vivimos en Bolivia podía ser paliada en alguna forma y, para ello, la Fundación Jubileo ha recomendado al Gobierno “evitar el crecimiento de los gastos corrientes” y, por otro, un ex Ministro de Finanzas sostuvo la urgencia de “revertir el déficit fiscal del 3,2 por ciento con el que cerró la economía el año 2014”; pero, al contrario, este año el déficit aumentará al 4,1 por ciento (ajustado) como proporción del Producto Interno Bruto.

La Fundación Jubileo, con buen criterio y como resultado de estudios muy serios, insistió en que “el Gobierno no se endeude en tiempos de contracción económica y evite déficit fiscal y, por el contrario, que planifique mejor sus gastos corrientes que en los últimos años se dispararon, sobre todo en el rubro de las planillas de sueldos y salarios que llegaron a su máximo nivel: 31.951 millones de bolivianos la partida consignada en el presupuesto 2015”. Las previsiones son claras y dignas de ser tomadas en cuenta; lamentablemente, las autoridades económicas, obnubiladas por los altos ingresos de años pasados, no hacen suyas las mejores recomendaciones porque creen que el contar con reservas monetarias es una especie de garantía contra cualquier crisis.

Es, pues, extraño el proceder, si se tiene en cuenta que de un presupuesto de 7.379 millones de bolivianos destinados para el pago de sueldos el año 2015, este año se destinó para el mismo fin 31.951 millones de bolivianos. La situación se torna preocupante si se tiene en cuenta que en la presente gestión habrá un nuevo endeudamiento de 1.500 millones de dólares que, añadido al monto existente al 31 de diciembre de 2014 que totalizaba 5.738 millones de dólares, subirá el monto de la deuda a 7.236 millones de dólares. Por supuesto, la deuda interna también debería ser motivo de mucha preocupación, puesto que de acuerdo con el Banco Central a septiembre del año pasado ascendía a 6.404 millones de dólares; es decir, 968 millones más que en 2013.

Los precios más bajos del gas que exportamos, al estar reducidos, automáticamente muestran que los tiempos de bonanza han desaparecido y, como nada se hizo para invertir, aumentar la producción, canalizar nuevas fuentes de riqueza y crear más empleo, la situación puede tornarse muy difícil y habrá que estudiar, serena y responsablemente, qué medidas se pueda adoptar.