Harum Al-Raschid, el califa de los cuentos

Fue llamado “El Justo” por su manera muy particular de hacer justicia. Llevó a su califato a un periodo de excepcional esplendor cultural, científico y económico.


Harun al Rashid en un apoteósico recibimiento a una delegación de Carlomagno.
 GALERÍA(2)

En la segunda mitad del siglo VIII reinaba sobre gran parte de Asia y África el califa Harún al-Raschid y por el otro lado reinaba también sobre gran parte de Europa el emperador Carlomagno. El primero había establecido su corte en la ciudad de Bagdad, a la orilla del Tigris. Carlomagno, el gran conquistador tenía su corte por entonces en Aquisgrán, entre el Rin y el Mosa. Ambas ciudades llegaron a ser célebres por la presencia de ambos empe-radores.

Entre el monarca del este y el del oeste no había por entonces conflicto alguno. Gobernaban vastas regiones, separadas por el imperio bizantino. Hubiera sido absurdo una guerra entre ambos, prefirieron mantener una relación amistosa y bastante estrecha. Se cuenta que en cierta ocasión, Harún envió varios regalos a Carlomagno, entre otras cosas un reloj mecánico y un elefante. Es de suponer que en la Alemania de entonces la presencia del paquidermo debió causar asombro y espanto. Pero más raro todavía resultaba el reloj mecánico. En Bagdad estaban muy adelantados en materia de mecanismos. La sabiduría de los griegos de Alejandría la habían heredado -hasta cierto punto- los orientales. El occidente a pesar del esfuerzo de sus gobernantes los conocimien-tos en materia mecánica estaban muy atrasa-dos.

Después de morir Carlomagno se convirtió en una leyenda histórica. Los poetas populares cantaban sus hazañas y las de sus sobrino Rolando.

A Harún al-Raschid parece que no le hicieron cantos épicos, en cambio, se contaron muchos cuentos en los que él era el protagonista princi-pal. Su fama y poderío fueron inmortalizados en Las mil y una noches, donde él, su esposa Zobeida y varios de sus cortesanos protagoni-zan numerosas historias. Se cuenta que el cali-fa se disfrazaba por la noche de mercader, para saber qué opinaban de él en la ciudad, y salía acompañado por su gran visir, Yafar, y por su porta alfange Masrur.

Al califa Harún lo llamaban al-Raschid, que parece que quiere decir “El Justo”, fue el quinto y el más famoso califa de la dinastía abasí de Bagdad, gobernó desde mediados de 786 has-ta su muerte ocurrida en 809, contando con unos 43 años de edad. Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, que podría haber tenido en Ravy (hoy sur de Teherán) en el año 766.

En su reinado el califato Abasí llegó a la cum-bre de su poderío, un período de excepcional esplendor cultural, científico y económico. Por otra parte, Harún fue muy radical en sus con-cepciones religiosas acerca del Islam. Se le considera uno de los más grandes gobernantes musulmanes, y un ejemplo a emular por sus correligionarios.

El primer acto público de re-levancia de Harún fue acompa-ñar a su padre en una peregri-nación a las ciudades santas de La Meca y Medina, en el oto-ño de 777.

En el verano de 780 empren-dió una campaña militar contra los bizantinos en la zona de los montes Tauro. Lo acompañaron Yahya el Barmací, como admi-nistrador de las finanzas del ejército, y el chambelán Rabí ibn Yunus. Tras un sitio de 38 días, logró la rendición del cas-tillo fronterizo de Samalú, cuya guarnición fue deportada a Bagdad.

Tenía una manera muy particular de hacer justicia. Sufría esos ataques repentinos de furor y de generosidad que acometen a todos los soberanos que ostentan el poder absoluto. Mandó a cortar la cabeza de su visir (o primer ministro) porque éste había incumplido sus órdenes en repetidas ocasiones.

A Harún le gustaba el vino, -aunque prohibi-do por el Corán- también se emborrachaba de sensualidad entre sus favoritas, aunque siem-pre la favorita entre las favoritas fuera la her-mosa Zobeida. Le gustaba mucho las cancio-nes, algunos lo conmovían tanto, que resolvía premiar al cantor con verdaderas fortunas.

Una vez –cuentan los cronistas–, después de que la sultana Zobeida le había ofrecido una espléndida fiesta en la que tomaba parte mu-chas esclavas cantantes, se sintió tan halaga-do, que preguntó:

–¿Cuánto dinero hay en el tesoro?

Le dijeron –muy respetuosamente– una cifra fabulosa.

–Que lo repartan entre las cantoras –ordenó Harún, magnánimamente.

Con la intención de sofocar una rebelión en la provincia oriental de Jorasán, Harún abando-nó Bagdad a la cabeza de un ejército en junio de 808. A finales del año llegaron a la ciudad de Tus, en Jorasán (al noreste del moderno Irán). Allí enfermó, y encomendó a al-Mamún, su hijo, el continuar la expedición. Harún falleció, fue sepultado en la casa de campo en la que se había instalado. El recuerdo del gran califa solamente sobrevive en unos cuentos árabes encantadores, que lo han hecho inmortal.

 
Revistas
Publicidad
Portada de HOY

JPG (514 Kb)


Publicidad

Sociales

QUALITY SUMMIT 2015

Mario Daza recibe el diploma para el gerente General de El Diario, Jorge Carrasco Guzmán, como Empresario del Año 2015.


Cotizaciones
1 Dólar:6.96 Bs.
1 Euro:7.74 Bs.
1 UFV:2.05735 Bs.

Impunidad