Con el fin de que el cuerpo descanse durante la noche de las fatigas, esfuerzos y conmociones del día, la naturaleza nos ha dado la facultad de dormir. Y nos la ha dado principalmente para que descanse el corazón, la máquina maravillosa que hace que la sangre circule por todo nuestro cuerpo sin descanso alguno.
Durante el sueño, este órgano primordial tiene diez latidos menos por minuto que mientras estamos despiertos, lo que significa seiscientos movimientos menos en una hora.
Por lo tanto, en el transcurso de las ocho horas que por lo general cada persona consagra al descanso, el corazón economiza aproximadamente 5000 pulsaciones. Y como cada movimiento absorbe y expele alrededor de 170 gramos de sangre, resulta que impulsa cerca de 850 kilogramos menos durante el sueño. Y cuando el corazón no trabaja demasiado, dura más.
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