Yuri Mirko Ríos Madariaga
Colocado encima de una vitrina para reactivos, un botellón de vidrio dejaba ver sin esfuerzo docenas y más docenas de gusanos blanquecinos entrelazados como cordones de zapatillas deportivas. Sumergidos en formol para conservarlos, estaban tan apretujados que casi no había espacios libres entre ellos. Sin embargo, eso no fue lo que me sorprendió. Ahondando el caso, descubrí que fueron casualmente extraídos en un acto quirúrgico a ¡un único paciente! El señor ahora desparasitado vivía en una comunidad yungueña de la provincia Caranavi al noreste de la ciudad de La Paz.
La lombriz intestinal es un helminto o gusano de grandes dimensiones de la clase de los nematodos (ausencia de segmentos en el cuerpo). Nombrado científicamente como Áscaris lumbricoides, es el parásito humano más frecuente, se estima que es albergado por una tercera parte de la población mundial. Raro en los climas fríos y en las regiones secas y cálidas, su mayor frecuencia se da en las zonas de clima cálido y húmedo; el grado de infección humana aumenta con la existencia de condiciones higiénicas y sociales deficitarias.
La especie presenta dimorfismo se-xual, es decir, tanto la hembra como el macho pueden diferenciarse a simple vista. Durante los ocho meses promedio de vida, una sola hembra en el intestino puede poner hasta 30 millones de huevos, que son evacuados con las deyecciones. La ingestión de los huevos se realiza al llevar a la boca las manos sucias, al comer sin lavar las verduras contaminadas o al beber agua contaminada sin filtrar o hervir. La eclosión de los huevos tiene lugar en el duodeno, las larvas migran al hígado y luego a otros órganos has-ta que por último se esta-blecen en el intestino del-gado, donde alcanzan la adultez.
La enfermedad que pro-duce se denomina asca-riosis, las molestias de-penden de la sensibilidad de la persona parasitada y del número de gusanos alojados. Las infecciones ligeras pueden cursar sin síntomas aparentes o ma-nifestarse por la aparición de trastornos digestivos leves. Dados los hábitos migratorios del parásito, incluso un parasitismo li-gero, puede resultar mo-lesto (expulsión de gusa-nos por nariz o boca), y hasta peligroso (obstruc-ciones intestinales, de las vías biliares e incluso as-fixia por introducción de parásitos en las vías res-piratorias).
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