Punto aparte
En contraste con el reajuste de pensiones que se efectuaba anualmente a los jubilados, hasta el año pasado, en forma igualitaria con el que recibían los trabajadores activos, en la gestión presente han sido proscritos, sin explicación oficial alguna, como si fueran la escoria de la sociedad nacional.
En el Decreto Supremo No. 2.346, de 1 de mayo de 2015, firmado por el presidente Evo Morales y todo el gabinete ministerial, ni siquiera se menciona que a los jubilados se les otorgará algún tratamiento. Simple y llanamente los ignora. Más apropiado sería decir que se los desecha, porque cometen el delito de ser ya inservibles para el trabajo, supuestamente por razones de edad.
Los aumentos salariales que se realizan anualmente a los trabajadores activos, este año del 8,5% mensual, con retroactividad al 1 de enero de 2015, siempre se aplicaba en forma igualitaria a los jubilados, por la circunstancia de que la constante elevación del costo de vida es igual para todos, pese a los artilugios que realiza el INE, cuando informa sobre la tasa inflacionaria de cada mes y año.
No se conoce que país alguno en el mundo cometa semejante exclusión de lesa humanidad. Tal conducta hace suponer que los gobernantes de Bolivia tienen un blindaje de por vida, de que jamás llegarán a la senectud. Entretanto, se imaginan que deben gozar de la existencia como seres inmortales.
La exclusión de los jubilados en Bolivia supera lo que pidió, hace dos años, un ex Ministro de Hacienda en Japón, en sentido de que las personas que tienen más de 60 años dejen de medicarse, porque no se les podrá seguir atendiendo, por las limitaciones económicas que se perfilaban hacia el futuro para el país.
Semejante planteamiento causó escándalo en el mundo entero, empezando, como era lógico, entre los propios japoneses de todas las edades. Tal ha sido la reacción adversa que causó aquella demanda, que el Ministro abandonó el cargo y desapareció de la vista pública, a manera de someterse a un ostracismo total.
En Bolivia, empero, ni siquiera se les dio una explicación pública a los jubilados sobre las causas por la que serían discriminados para el reajuste de sus pensiones en 2015, pese al antecedente histórico de que siempre se les otorgó el mismo trato salarial que a los empleados y trabajadores activos.
El año pasado, se puso ya en evidencia que el gobierno de Morales desdeñaba a los jubilados, cuando éstos solicitaron una prima excepcional de Bs. 3.000, para sobrellevar los aumentos generalizados de precios en todos los órdenes de la vida nacional.
Este año, la actitud oficial supera todo lo que se podía prever; que a los jubilados se les aplique el mismo jaque mate del ajedrez, cuando se lo cerca al rey para darle por muerto.
La pensión o renta jubilatoria no es una concesión gratuita del Tesoro Público. Durante todo el tiempo que fueron trabajadores activos, se les descontó un porcentaje de sus sueldos y salarios. Para determinar el monto de los descuentos, el Estado mandaba efectuar estudios, incluso los relativos a la micro-economía.
En vista de que el Estado no supo dar rentabilidad específica a los aportes salariales para las jubilaciones, resulta ser de su responsabilidad exclusiva. Por tanto, las pensiones jubilatorias son un derecho, no un beneficio gracioso, ni del Estado ni de los gobiernos, sean cuales fueren éstos.
Cuando una persona es jubilada, no deja de tener gastos e incluso obligaciones familiares, que si bien éstas últimas pueden no ser indispensables, se las hace por las razones sentimentales que se adquiere en la vida de hogar. Empezando, con la esposa, que antes generalmente no tenía ingresos propios, porque no había la costumbre de que trabaje, sino que cuide a los hijos y haga funcionar el hogar.
En la senectud se tiene gastos médicos elevados, para mantenerse saludable. De lo contrario, están expuestos al degradante alzhéimer, a las deficiencias visuales, a problemas cardiacos y, a veces, a caídas que les ocasionan fracturas. Es una responsabilidad social y familiar subestimar estos riesgos.
Las rentas mensuales que reciben como jubilados son, por lo general, modestas. No les permiten siquiera darse algún gusto personal, sea en alimentos, renovación de vestuario, viajes o recreación. Los jubilados bolivianos están condenados a vivir, en sus últimos días, en condiciones de total austeridad, si acaso no en la miseria. Pues, por lo general, diariamente sólo llevan unos cuantos centavos en los bolsillos.
Es a estas personas desvalidas que Morales y sus ministros las han relegado a la pobreza; en condiciones más humillantes y precarias como antes no ocurriría, pero sí cuando el país tuvo en 2014 un ingreso récord por exportaciones: 12.856 millones de dólares, según el informe gozoso que dio el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce Catacora, en una separata de prensa.
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