Buscando la verdad
No todo lo que brilla es oro, dice el refrán, y cuántas veces lo que aparenta ser inocente tampoco lo es. Los padres y las madres que debieran estar conscientes de ello no lo están, ignorando que sus hijos corren grave peligro.
Hay conmoción en el mundo por ciertos “juegos” que al ser practicados afectan gravemente la salud corporal y mental de quienes, por curiosidad, son luego víctimas de fenómenos paranormales que la ciencia los tilda como desarreglos psíquicos sin saber que detrás de ello existe un malévolo plan.
Meses atrás causó revuelo el hecho de que en la localidad de Paurito, Santa Cruz, más de 20 alumnas sufrieron desmayos y llegaron hasta el hospital después que algunos estudiantes jugaran la “Ouija” y ofrecieran el alma de sus compañeras en ofrenda. Esto no es nuevo, pasa en todo el mundo y la ciencia -aparte de diagnosticar- no lo puede solucionar.
“Charlie Charlie, ¿estás ahí?” es el nuevo juego que atrapa hoy las almas de adolescentes incautos que -en su afán de experimentar algo nuevo- abren puertas espirituales al invocar a los muertos y, al igual que con las víctimas de la Ouija, la ciencia es inoperante ante un problema que solo pueden solucionar quienes tienen la potestad de acabar con una posesión demoníaca.
El atávico deseo de contactar “el más allá” se ha dado en muchas culturas a lo largo de la historia, pero el actor que está por detrás, es el engañador de siempre: Satanás. Muchos no creen en él, pero pese a ello, existe. No sé si Ud. sabe que la Biblia relata que Jesucristo fue tentado por el diablo en el desierto durante cuarenta días y si este ángel caído no respetó al mismo Hijo de Dios, ¿lo hará con los jóvenes?
El ladrón no viene sino a hurtar, matar y destruir, dijo Jesús. ¿A quién se refería? A Satanás, el enemigo de Dios y del hombre. Fíjese que no dijo que el diablo vino a robar sino a “hurtar”, esto es, a cautivar su alma a través de los sentidos -sin que se dé cuenta- así como engañó en Edén a Eva la serpiente, que era Satanás. ¿No pasa igual con el alcohol? ¿Con la droga? ¿Con el sexo ilícito? ¿Con el dinero mal habido? ¿Con esos juegos? ¿Se da cuenta el hombre que con ello se destruye y que está en peligro de muerte?
Muchos niegan la Palabra y -sabios en su propia opinión- tildan aquello de sugestión colectiva, desconociendo que sus hijos corren igual riesgo. “Yo no creo en brujas, pero de que existen, existen”, dijo alguien. Sabio. Mejor es prevenir que curar: invocar espíritus es peligroso, porque el diablo no juega…¡mata!
El autor es Pastor y Anciano en el Centro Cristiano Evangélico “Casa de Oración”.
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