Libre mercado para la marraqueta

El tradicional pan nuestro de cada día, conocido con el nombre de “marraqueta”, ha retornado a la mesa del pueblo paceño, para hacer las delicias de los consumidores, muchos de los cuales ven en este extrañado alimento su sustento diario con una taza de café o sultana y a veces un vaso de alguna bebida gaseosa.

El clásico alimento del pueblo paceño había entrado en una etapa de crisis con motivo de la suspensión de la subvención a la harina, medida dispuesta por una entidad oficial que, con el objetivo de hacer ahorros para el Gobierno y dar un paso de avance hacia el libre mercado de este producto, decidió anunciar que, a partir de la fecha, la marraqueta se la podía vender con nuevo precio y que, el pan, en general, se lo venderá según la oferta y la demanda, ley fundamental de la economía capitalista, pero negada por regímenes de tendencias absolutistas y totalitarias.

La existencia de la marraqueta en los mercados, tiendas y la mesa de los consumidores no dejó de causar satisfacción y hasta regocijo entre el público. Es más, reapareció gracias al libre mercado, con sus típicas características, entre ellas su sabor, color y, en especial, la forma crocante de su corteza, sin que se tenga que hacer observación alguna a su miga, que tiene virtudes alimenticias conocidas.

Pero lo notable del caso es que esta marraqueta se ha convertido en punta de lanza de la tan vapuleada economía de mercado y su expresión concreta de la libre oferta y demanda, ley que el pueblo estaba ansioso de que se ponga en práctica, pues, de otra forma, se le privaba de las delicias que tiene este artículo de primera necesidad en las masas populares de nuestro país.

De otro lado, la libre oferta y demanda en el comercio del pan que, además, se irá ampliando de manera indefinida, contribuirá a la observación de la FAO que anunció que encuentra que en Bolivia ha bajado el hambre colectiva del 30 al 20 por ciento gracias a que el Gobierno dispone de altos ingresos por la subida de los precios de las materias primas de exportación, precios que, sin embargo, tienden a caer y que amenazan poner fin a la etapa de las vacas gordas, así como a ciertos beneficios conocidos como bonos.

En todo caso, lo más importante del retorno a la práctica libre de la elaboración de la marraqueta (elaboración que es todo un arte de especialistas y no de soldaditos bisoños), es que el país va ingresando con paso lento, pero seguro, al libre comercio y que detrás de esa medida podrán ser eliminados otros grandes resabios antieconómicos de tipo comunitario, esclavista y feudal que arrastra nuestra economía, así como de las ilusiones metafísicas de un utópico “comunismo revolucionario”.