La segunda fase del transporte por cable con su Línea Blanca amenaza seriamente el conjunto urbanístico del barrio de Miraflores y con ello el patrimonio citadino armónico de La Paz. En efecto, pese a las explicaciones del gerente de Mi Teleférico, la Plaza Villarroel, el monumento a la Revolución Nacional y el Campo de Marte no volverán a ser lo que son después de ser intervenidos por una de las terminales, por mucho que el proyecto contemple una instalación subterránea.
El cercamiento con calaminas de todo el perímetro de dicho espacio público sin autorización del Gobierno Municipal Autónomo, o se debe a la gestión interina edil o es otra muestra del proceder inconsulto del Órgano Ejecutivo con muchas obras de su propia cosecha en la ciudad. No deja de alarmar el silencio sobre este particular del alcalde Luis Revilla en esta su nueva gestión y la defensa que le corresponde de la integridad patrimonial de la ínclita La Paz.
Por su parte, la avenida Busch al ser intervenida por más de 20 torres de apoyo de este transporte, se convertirá en un horizonte de fierro y cables en nada compatibles con su actual vistosidad, ornato y trazo urbanístico, aporte del IV Centenario de Fundación de la urbe. La visión unilateral de estas obras no respeta la memoria histórica perpetuada por las efigies o bustos de los héroes militares y patricios que engalan todo su largo. No hay relación ni es congruente mezclar historia y recreación con la comodidad y un modernismo a rajatabla, a como dé lugar. Esta avenida es una de las más atendidas con transporte público de toda clase, por lo que no requiere congestionarse más.
A su vez, la plaza Triangular -miraflorina por excelencia- sufrirá una transformación catastrófica. Su reducido espacio hace incompatible cualquier resta o añadido. El proyecto contemplaba el desplazamiento a un costado del monumento al insigne Libertador José de San Martín. Ahora ante semejante enormidad se dice que la estación se construirá frontalmente sobre la avenida Saavedra, invisibilizando al monumento ecuestre, igual que atenta el mamotreto del mercado Lanza respecto al portento religioso de San Francisco. Está visto que no se aprende de tan críticas acciones contra el armonioso entorno. Asimismo una estación sobre una arteria congestionada como la Saavedra, especialmente en esa parte, conflictuará aún más el tránsito. Si se insiste en este proyecto, por qué no se lo ubica en los amplios predios del llamado Estadio Obrero de poco uso, en frente de la plaza San Martín.
Si se ha de proceder con racionalidad y liberados de ideas fijas, será mucho más adecuado tender torres y cables aprovechando la amplitud que brinda el cauce del río Orckojahuira. Se alega que el teleférico debe transcurrir en línea recta. Aunque se diga que el río describe sinuosidades, lo aprovechable es el espacio libre que permite trazos rectilíneos, así el teleférico dejaría a los usuarios a dos cuadras del Hospital Obrero, como a igual distancia del monumento a Busch, a cuyo costado se proyecta otra estación. Estas alternativas conservarían el valor intrínseco de los referentes urbanos citados y tampoco devaluarían los inmuebles de la avenida Busch y alrededores por la pérdida de privacidad, como ocurre en sectores de la Zona Sur por causa de la línea roja y en otras regiones.
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