Pocas denuncias en México
México.- Pese a los programas institucionales concebidos para amainar el abuso, la violencia sexual sigue presente en el transporte público de la Ciudad de México; en un lugar donde el 65% de las usuarias ha sufrido este problema, la denuncia es uno de los escollos principales a superar.
La capital mexicana es la ciudad que cuenta con el segundo sistema de transporte más peligroso para las mujeres, según los datos que el instituto demoscópico YouGov ofreció el pasado octubre, tras su análisis en las principales capitales mundiales.
Para afrontar el acoso físico y verbal, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) del Distrito Federal (DF) puso en marcha en 2008 el programa “Viajemos seguras en el transporte público”, cuyo ingrediente más llamativo era la separación de sexos en ciertas zonas de las unidades e incluso en vehículos completos.
Sin embargo, hasta ahora no se ha logrado que la mayoría de las mujeres perciban los beneficios de denunciar las agresiones, afirma a Efe la titular del instituto, Teresa Incháustegui.
A principios de mayo se interpuso la primera condena del nuevo sistema penal del Distrito Federal -que implementa los juicios orales- precisamente por el abuso sexual cometido a una mujer que se encontraba esperando al autobús.
Después de haber realizado tocamientos y haberse burlado de la víctima, el agresor se retiró, pero fue seguido por la mujer hasta que esta encontró un policía que se encargó de la detención.
Pero esta situación no representa la tónica habitual en las situaciones de agresiones de género en el transporte público, las cuales, según reveló el Banco Mundial el año pasado, han sufrido al menos un 65% de las residentes de esta capital.
De hecho, uno de los mayores inconvenientes para las mujeres a la hora de denunciar es la falta de tiempo, ya que cuando suceden los abusos se encuentran apuradas para ir al trabajo.
Además de lo “pesados” que pueden llegar a ser los procesos de justicia, otra de las causas extraídas en esta escasez de denuncias es la propia mentalidad, tanto de las mujeres como de los hombres.
Una evaluación reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha visibilizado que, para muchos, los actos de abuso son “naturales” y que, por una parte, los hombres están abocados a “buscar este tipo de situaciones” y las mujeres a “aguantar o hacerse las disimuladas”, afirma Incháustegui.
A mayor número de denuncias, mayor mentalización ciudadana sobre los derechos de las mujeres en los espacios públicos, por lo que Inmujeres se plantea aumentar los módulos de atención que se abrieron con el programa, aunque son conscientes de que esto por sí mismo no disminuye las dificultades.
A raíz de la implementación del programa de Inmujeres, que generaba entre otros aspectos vagones “de mujeres” en el metro y unidades exclusivas de autobús, el Centro de Transporte Sustentable alertó de que la segregación “no mitiga o actúa sobre el problema en sí mismo”, ya que este continúa en los horarios no cubiertos por las medidas o en las rutas que no son únicamente femeninas.
Pero sí es efectiva a corto plazo, “en el momento en el que reduce la incidencia de la violencia en los transportes”, defiende Incháustegui: “No son medidas que vayan necesariamente a erradicar este tipo de conductas, pero el cambio de cultura no es tan fácil”.
La separación de sexos en los lugares indicados “se cumple”, afirma la directora, aunque reconoce que en espacios como el metrobús hay más reticencia por parte de los hombres a respetar los espacios reservados.
A esto se le suma que la Secretaría de Seguridad Pública del DF puso en marcha recientemente un operativo de “chalecos rosas” en la línea 2 del metro, una de las más concurridas. De esta forma, agentes refuerzan la vigilancia para evitar el acoso y que los hombres no accedan a los vagones de mujeres.
De cara a los próximos años, el trabajo con el programa de Inmujeres está tendiendo a desarrollar una visión más “holística”, para abarcar la seguridad “puerta a puerta” de la mujer, desde que sale de su casa y no únicamente en el medio de transporte, donde también habrá rutas que serán reforzadas.
Asimismo, se hará una campaña de difusión más intensiva respecto al derecho a las mujeres a vivir sin acoso en los espacios públicos.
Para un cambio de mentalidad, valora Incháustegui, se requiere que “cada vez más hombres puedan ser parte de las campañas”. Y así ir alcanzando, aunque no sea “de la noche a la mañana”, un nuevo tipo de masculinidad.
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