Cuanto más se avanza en ciencia y tecnología, elementos necesarios para mejorar la vida de la humanidad, hay mayor presencia de tres enemigos del ser humano: armamentismo, narcotráfico y corrupción, que se han convertido en traficantes de la muerte que, tomando en sus manos los látigos, flagelan a la humanidad.
El armamentismo ocupa a la mayoría de los científicos del mundo, bajo presiones, amenazas o imposiciones de todo tipo, para que investiguen e inventen los procedimientos y armamentos que causen más muerte y destrucción, armas cuyo poder letal es infinito y que superan mil veces a las existentes tan sólo a finales de la Segunda Guerra Mundial. Los empresarios de las armas, alojados bajo poderes políticos, sociales y económicos, tienen como premisa “luchar por la paz” con el famoso dicho: “Si vis pacem parabellum” o sea “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Para ellos, las guerras hacen posible la paz y la fortalecen en los pueblos. Ellos saben muy bien que el poder letal que generan destruye todo ser vivo y, a la vez, todo bien que sirve al ser humano.
El narcotráfico, aliado del armamentismo, es el mayor negocio del mundo porque utiliza a los tres caballos del Apocalipsis para sembrar muerte, dolor y destrucción al envenenar y matar a millones de personas que, en su totalidad, ya sobrepasaron las estadísticas de las muertes habidas en todas las guerras. Posee tales poderes que se encuentra radicado en todos los sitios del orbe y hasta en los más recónditos. Pone a su servicio a políticos, religiosos, empresarios, profesionales de toda disciplina, periodistas, militares, congresistas y a todo ser humano que sirva a sus fines y lo hace con amenazas.
La corrupción se encarga de prostituir a muchos integrantes de la comunidad y muy especialmente a quienes tienen poder político, social o económico. La corrupción es mal que tiene dos ejecutores: el corruptor y el corrupto, ambos practican o dirigen los hechos inmorales más abyectos, fomentan el contrabando y toda acción ilegal, asaltan propiedades públicas y privadas, apoyan la criminalidad en todo sentido y obstruyen toda acción de las autoridades –las que muchas veces caen en los profundos abismos de la vulneración de los valores morales-; debido a que la corrupción debilita y destruye la fuerza de las leyes y esclaviza al ser humano.
Los tres males podrían ser combatidos si los gobiernos y personas que tienen poder político, económico y social quisieran hacerlo; pero utilizan las políticas del “dejar hacer y dejar pasar” para que los tres males actúen impunemente porque cuentan con inmunidades de conveniencia de quienes no los combaten o evitan. Son tres males que podrían acabar con la humanidad y, como están entrelazados entre sí, no permiten acciones punitivas para frenarlos; pero existe la esperanza de que los hombres, poseedores de virtudes hechas valores y principios, puedan superar la acción de quienes hoy flagelan a la humanidad en forma inmisericorde.
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