Ha pasado más de un siglo desde que se produjo la llamada Guerra del Pacífico en 1879, entre Chile, Perú y Bolivia y como consecuencia de lo cual nuestro país perdió enorme territorio marítimo, quedando en esta forma sin salida al mar y enclaustrada entre montañas. Pese a esta situación injusta y originada por ansias de conquista, Chile no se conmueve y mantiene una política dura y conservadora a través de diferentes gobiernos. Con igual actitud, sus fuerzas armadas permanentemente se renuevan y modernizan, por considerar que ellas deben estar en alerta constante, por tener enemigos en sus fronteras, como Perú, Bolivia y Argentina, con los cuales ha tenido roces constantes.
Con Argentina por la guerra de las Malvinas, cuando los chilenos cooperaron con los ingleses, al darles pistas de abastecimiento para los aviones británicos, actitud que los argentinos no olvidan. Con Perú y Bolivia por el ataque traicionero del ejército chileno y el despojo de territorios a los dos países. Perú no olvida los desmanes cometidos por el ejército chileno durante la ocupación de la ciudad de Lima y por ello, sus sentimientos son de reconquista y con esa meta renuevan y modernizan constante sus fuerzas Armadas.
En cuanto a Bolivia, como se declara país pacífico, organismos internacionales lo toman en cuenta para que mantenga lo que pregona y por ello sus fuerzas armadas no pueden adquirir armamento, tampoco les venden, a no ser que fuese atacado por un país agresor. Chile aprovecha tal situación porque sabe que el país está indefenso y se dedica a hacer ofrecimientos para no cumplir, mediante estrategias de sus diplomáticos.
Si alguna vez hubo interés en negociar una salida al mar para Bolivia, Chile siempre ha antepuesto una consulta al Perú y recurre al Tratado de 1929. Ofreció arreglo con territorios despojados al Perú, como Arica o una compensación de parte nuestra, que puede ser agua o territorio con recursos naturales. Estas negociaciones fueron hechas en dos oportunidades: una de ellas fue con el presidente norteamericano Harry Truman, al inaugurar en Washington la Cuarta reunión de consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, el 27 de mayo de 1956. En esa ocasión manifestó que conversó con el presidente chileno Gabriel Gonzales Videla sobre la posibilidad de utilizar las aguas del lago Titicaca como compensación para dar a puerto en el Pacífico a Bolivia. El objetivo chileno era irrigar zonas desérticas de su territorio y transformarlas en terrenos agrícolas.
La Cancillería de Bolivia se sorprendió por tal planteamiento para conseguir salida al mar. Por su parte la respuesta del presidente peruano, Gral. Manuel Odría, fue que las aguas del lago Titicaca pertenecen a Perú y Bolivia. El segundo intento para solucionar el problema ocurrió con el presidente Augusto Pinochet, que se reunió con su homólogo Hugo Banzer en Charaña, donde el dictador chileno ofreció negociar puerto en Arica, pero a cambio de una compensación territorial, a lo cual Banzer se negó. Actualmente, esperemos la determinación que haga conocer la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre la demanda marítima boliviana, porque es motivo de esperanza.
El autor es Profesor Emérito y ex Decano de Odontología UMSA.
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