La economía de Brasil se contrajo 1,9% en el segundo trimestre, sumiendo al país en una recesión que ha diezmado la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, que lucha por preservar la nota de grado de inversión en la mayor economía de América Latina en medio de un enorme escándalo de corrupción.
La contracción trimestral, reportada ayer por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), fue mayor a la baja del 1,7% esperada por el mercado, según la mediana de las estimaciones de 26 analistas consultados en un sondeo de Reuters.
El IBGE también revisó el crecimiento del primer trimestre a una contracción de 0,7%, más que el declive del 0,2% reportado en mayo.