El problema del transporte público ha vuelto a ponerse en el orden del día de los problemas de la población urbana de todas las grandes ciudades del país y mientras el pueblo en general y algunas autoridades insisten en que una subida de las tarifas es inaceptable, los dueños de los vehículos, en especial la masa de propietarios de buses y taxis, reclama un alza del precio por el traslado de pasajeros.
Los choferes organizados en supuestos “sindicatos” (que no son otra cosa que poderosas corporaciones de pequeños capitalistas) acuden a diversos argumentos y entre ellos indican que las tarifas se mantienen estables desde hace varios años o bien que se está produciendo una subida del costo de vida que afecta sus economías y los obliga a solicitar mejoras económicas por sus servicios. De otro lado, los usuarios y algunas autoridades afirman que esa elevación de pasajes afectará sus bolsillos o bien niegan cualquier demanda, aunque también se han presentado criterios en sentido de que hay que dialogar a fin de encontrar recetas para resolver el rompecabezas.
En ese tira y afloja, los choferes “sindicalizados”, en actitud amenazante y hasta dictatorial, han anunciado un paro en próximos días, mientras las autoridades, entre la espada y la pared, hacen esfuerzos para evitar ese extremo y, al mismo tiempo, tratan de encontrar una receta que evite, al fin de cuentas, una paralización de las actividades económicas, que se agregaría a los cientos de paros, huelgas, bloqueos, marchas y manifestaciones de todo tipo que llegan a hacer colapsar el centro de las ciudades.
Debe recordarse que los transportistas, que ya son una clase definida y afirman que no suben sus tarifas, en realidad lo están haciendo sucesivamente en los últimos ocho años, habiendo llegado inclusive a subir sus precios en más del cien por cien. Así mismo, aseguraron que obtenido el beneficio, mejorarían el transporte. Sin embargo, pese a los solemnes ofrecimientos y las ganancias aseguradas, el servicio de transporte sigue desmejorando y la mayor parte de los buses y minibuses está en pésimas condiciones y en algunos casos ya sólo se trata de chatarra insoportable para la población que recurre a sus servicios.
De otro lado, las autoridades no deben dejan de tener en cuenta la actual realidad que vive el país por la caída de los precios de las materias primas y el grave efecto que incide en la economía popular. Es más, deben también atender los requerimientos de los sectores sociales que se ven obligados a utilizar el transporte de las corporaciones de choferes.
En general, frente a una confrontación de esta naturaleza y que amenaza con una tempestad, el método aconsejable es el diálogo y encontrar en forma sincera el procedimiento para llegar a un acuerdo satisfactorio que saque al país del callejón sin salida en que se encuentra.
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