El asunto referido al cultivo de la hoja de coca y la cantidad de hectáreas que se utiliza para esa actividad agrícola, constituye un tema candente de la realidad económica del país y de su prestigio internacional. En la opinión pública existe, además, notable preocupación por la producción, distribución y consumo del alcaloide que se extrae de ese arbusto que se ha convertido en la causa de grandes hechos de violencia no sólo dentro de Bolivia sino en varios países como México y naciones centroamericanas.
La población ha estado pendiente en meses recientes para saber qué cantidad de hectáreas de ese arbusto (maldito para unos y sagrado para otros) se está cultivando en los yungas de La Paz y Cochabamba, el Chapare y otros lugares importantes de la geografía del país.
Al respecto, después de angustiosa espera, un informe de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) informó que en Bolivia se cultiva 20.400 hectáreas del arbusto, dato numérico que ha sido considerado por el Gobierno como la prueba de que la erradicación de las áreas cultivadas descendió de 32 mil a 20 mil hectáreas. Así mismo, reveló que el 40 por ciento de la coca se va al mercado ilegal. Agregó que los yungas de La Paz producen 18.600 toneladas de hoja de coca y el Chapare 14.400 toneladas por un valor total de casi 300 millones de dólares.
Naturalmente, la versión oficial fue puesta en duda por la población y no tardó en ser respaldada por la Oficina Nacional de Política de Control de Drogas de Estados Unidos, la misma que en contraposición al informe de Naciones Unidas sostuvo que en Bolivia se está cultivando la planta de la coca sobre 35.000 hectáreas con base en una metodología especializada. Tal afirmación volvió a mover a inquietud general y que sería la causa de la notable cantidad de descubrimiento de fábricas de cocaína, de redes de narcotraficantes (caso camiones cisternas), gran cantidad de avionetas que transportan droga desde Perú, apresamiento de ciudadanos bolivianos en otros países, etc.
Esa ostensible contradicción entre el informe de la ONU y el de la oficina estadounidense provocó la reacción del Gobierno boliviano.
La aseveración de que en realidad en Bolivia se estaría cultivando coca en mucho más de las 20 mil hectáreas anunciadas por la ONU, provocó que el Gobierno boliviano rechace la versión de Washington con una serie de argumentos, naturalmente para afirmar en esa forma que está cumpliendo con el programa de “lucha contra el narcotráfico”.
Habría parecido que la enérgica reacción del Gobierno pondría a la oficina de EEUU contra la pared, pero ésta no tardó en reaccionar y asegurar que sus datos son verídicos y que fueron obtenidos con moderna tecnología. Al respecto el informe de EEUU asegura que “se utilizó una variedad de métodos, incluyendo imágenes de satélite, como base para la estimación de los cultivos de coca en Bolivia. Tenemos confianza en nuestra tecnología” agregó.
En todo caso, para devolver la seguridad al país acerca del aumento o disminución de las áreas cultivadas de coca, resulta imperioso que los gobiernos boliviano y americano procedan a adoptar las medidas necesarias para confirmar las aseveraciones de Naciones Unidas y la de la Oficina de Estados Unidos.
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